Uno de los mayores secretos para el ciclismo balear salió a la luz
en una jornada en la que el sol ensalzó un poco más si cabe la
mítica ascensión al Puig Major. El techo de la Serra de Tramuntana
(1.445 metros) se abrió de par en par ante el acoso de 314
corredores en cuyas piernas aún pesan los porcentajes de una subida
reservada hasta ayer a un reducido grupo de elegidos.
La I Marxa Cicloturista «Sa Trenca Garrons» acabó siendo un
éxito rotundo de participación y organización. Más de uno se
preguntaba cuándo se celebraría la segunda entrega, buena muestra
de la acogida de la que ha gozado el evento. El Club Ciclista Inca
y SN Sport Márketing, en colaboración con la Federació de Ciclisme
de les Illes Balears (FCIB), pusieron en marcha un operativo digno
de la subida. Las previsiones se desbordaron en la línea de salida
de Inca, desde donde el grupo compacto inició 38 kilómetros
plagados de sorpresas y mucha, mucha subida.
El Coll de Sa Batalla, un segunda categoría, fue la primera
tachuela y supuso el primer corte del pelotón, en el que el buen
humor fue la nota predominante, incluso cuando las rampas se hacían
insalvables. Superados los 8'4 kilómetros de ascensión, pura rutina
para más de uno y un calvario para otros, un merecido descanso en
Son Massip marcó el punto de inflexión de la prueba.
Reagruparse en el Gorg Blau era la siguiente misión, justo en
las faldas de una montaña que, desafiante, se alzaba ante los
ciclistas con un desnivel total de 817 metros.
El acceso a la base militar significó una criba en el grupo, que
atravesó las hasta ahora infranqueables barreras estirado. Siete
kilómetros dignos de un final de Vuelta, Giro o Tour, con rampas de
hasta el dieciocho por ciento y cada vez menos vegetación,
maravillaron a unos deportistas que disfrutaban de cada pedalada y
de una panorámica privilegiada de la Isla.
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