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ANTONIO TOMÀS-MADRID Europa busca la revancha deportiva frente a Estados Unidos en la XXXIV Copa Ryder de golf, pospuesta hace un año por los atentados del 11 de septiembre y que comienza mañana en The Belfry (Inglaterra) con un sólo español, Sergio García, y con el papel no asumido de víctima ante el potencial del conjunto americano. El combate golfístico de mayor calibre será más amistoso que nunca. Por el fatídico recuerdo de aquellos atentados y por la disposición de los jugadores de no incitar a una devolución del conflictivo comportamiento del público estadounidense en la última edición disputada en 1999 en Brookline (invasión del «green» del 17 cuando jugaba Chema Olazábal).

Estados Unidos derrotó a Europa en 1999. La revancha prevista dos años después se pospuso y el ciclo de años impares cambió por ese aplazamiento debido al 11-S. No obstante, se mantuvieron los equipos, el logotipo de la competición (1927-2001) y el escenario, The Belfry, un campo a las afueras de Birmingham que acoge por cuarta vez esta competición. The Belfry retorna a la vida para la Ryder. Eso sí, con unas medidas de seguridad jamás vistas. En este exigente campo inglés, de calles estrechas y espeso «rough», los europeos parten como víctimas, si se echa mano de estadísticas y clasificaciones.

Sin embargo, el papel de favoritos no les sienta del todo bien a los americanos. Desde que entraron jugadores no británicos o irlandeses a la competición, las cosas han cambiado mucho para el equipo que ahora defiende a toda Europa. Desde 1985, la Copa cayó del lado europeo en 5 de las 8 ediciones disputadas, con Severiano Ballesteros como el gran embajador de aquella iniciativa y que capitaneó a Europa en 1997 con un triunfo sonado en Valderrama. Ambos equipos se enfrentan en 2002 quizá con un mismo problema.