Europa busca la revancha deportiva frente a Estados Unidos en la
XXXIV Copa Ryder de golf, pospuesta hace un año por los atentados
del 11 de septiembre y que comienza mañana en The Belfry
(Inglaterra) con un sólo español, Sergio García, y con el papel no
asumido de víctima ante el potencial del conjunto americano. El
combate golfístico de mayor calibre será más amistoso que nunca.
Por el fatídico recuerdo de aquellos atentados y por la disposición
de los jugadores de no incitar a una devolución del conflictivo
comportamiento del público estadounidense en la última edición
disputada en 1999 en Brookline (invasión del «green» del 17 cuando
jugaba Chema Olazábal).
Estados Unidos derrotó a Europa en 1999. La revancha prevista
dos años después se pospuso y el ciclo de años impares cambió por
ese aplazamiento debido al 11-S. No obstante, se mantuvieron los
equipos, el logotipo de la competición (1927-2001) y el escenario,
The Belfry, un campo a las afueras de Birmingham que acoge por
cuarta vez esta competición. The Belfry retorna a la vida para la
Ryder. Eso sí, con unas medidas de seguridad jamás vistas. En este
exigente campo inglés, de calles estrechas y espeso «rough», los
europeos parten como víctimas, si se echa mano de estadísticas y
clasificaciones.
Sin embargo, el papel de favoritos no les sienta del todo bien a
los americanos. Desde que entraron jugadores no británicos o
irlandeses a la competición, las cosas han cambiado mucho para el
equipo que ahora defiende a toda Europa. Desde 1985, la Copa cayó
del lado europeo en 5 de las 8 ediciones disputadas, con Severiano
Ballesteros como el gran embajador de aquella iniciativa y que
capitaneó a Europa en 1997 con un triunfo sonado en Valderrama.
Ambos equipos se enfrentan en 2002 quizá con un mismo problema.
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