XISCO CRUZ. ENVIADO ESPECIAL A MADRID
Definitivamente el Mallorca ha cambiado. No porque su juego tenga ahora otra tendencia, sino porque tiene contenido. El equipo de Manzano sabe a lo que juega y no vacila en aplicar sus argumentos. Será por sus limitaciones, o porque se siente cómodo actuando sin el balón, pero los insulares han aprendido a forrarse al contragolpe, sacando oro a la mínima que se acercan al área. Ayer, con apenas un derechazo de Àlvaro Novo, tuvo suficiente, porque el resto lo confió a la defensa. Allí reside la explicación del despegue del Mallorca, en la mejoría de Nadal, en la aplicación de Olaizola y en la solvencia de los flancos. Los rojillos se han presentado en la Liga y de paso han acabado con las modas (0-1).
El partido tuvo un inicio plano, sin puntas de rendimiento. Tal vez porque la tarde en Madrid era gélida o porque ninguno se reconocía en el Calderón, lo cierto es que ninguno se atrevía a ir más allá de un desplazamiento lateral en la zona ancha o un balón envuelto en las botas de algún centrocampista. Poli cerraba bien los espacios que trataba de generar Joaquín en el flanco derecho y Cortés tenía problemas menores con las arrancadas de Denilson, que tenía tendencia a ocupar plaza en el centro. En la primera media hora no hubo noticias del fútbol de ataque, hasta que emergió la figura de Nadal; el central de Manacor, que por aquel entonces firmaba un encuentro espléndido en el corte y en cada ayuda, se elevó en un saque de esquina para probar las manoplas de Prats (minuto 29). El Mallorca notó que el Betis seguía en coma y le achuchó. Riera ejecutó un golpe franco dos minutos más tarde.
Ibagaza empezó a aparecer en el tránsito del balón, Etoo se ofrecía en cada desmarque y el equipo de Manzano empezaba a tener cuerpo. En una de esas combinaciones al borde del área, Novo acertó a conectar un derechazo que se clavó en la escuadra de la portería bética en un gol de dibujos animados. Los baleares llamaban a la puerta del partido (minuto 32). El grupo rojillo sacaba petróleo de la segunda aproximación tangible.
Desde entonces, el Mallorca se sintió más cómodo. Jugaba a favor de obra y al contragolpe, su principal argumento lejos de Ciutat. Olaizola y Nadal habían echado la persiana, y el trabajo de Lozano ahogó la creación de Assunçao, muy perdido con Arzu, su nuevo compañero de viaje en el equipo.
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