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Carlos Moyà es uno de esos deportistas que necesita una motivación para desplegar sus mejores argumentos. Comenzó el curso defenestrado porque el único tenista español que ha sido número uno del mundo llevaba dos años olvidado por las lesiones y los malos resultados. Pero el espíritu del mallorquín crecía con las críticas y los desplantes. En unos meses ha regresado al Olimpo del tenis y en Shanghai dejó un claro mensaje: está en condiciones de volver a ser el mejor jugador del mundo.

La temporada 2002 dio inicio de forma negativa. El periplo de Moyà en las Antípodas se saldaba con sólo dos triunfos: cayó eliminado en segunda ronda en Sidney y en el Open de Australia. El infortunio en los Grand Slams ha impedido que Moyà finalizara el año por encima del puesto número 5 del ránking ATP. Su participación en los "Grandes" ha coincidido con sus peores rachas y le ha impedido escalar a la cima.

Lo cierto es que tan sólo Lleyton Hewitt, número uno del mundo, ha ganado más torneos que Carlos Moyà este año. El australiano ha sumado cinco títulos (incluido el Másters de Shanghai), mientras que el mallorquín ha levantado cuatro trofeos, cifra que también ha alcanzado André Agassi.

El primero de los títulos llegaba en el mes de febrero en tierras mexicanas. Moyà ganaba el Torneo de Acapulco pero su juego no tuvo continuidad. Mediado el mes de abril reaparece el mejor Moyà. Se clasifica para la final del Masters Series de Montecarlo, pero Juan Carlos Ferrero se cruza por primera vez en el camino del mallorquín. Este resultado, los cuartos de final en Roma y la historia jugaban a favor del tenista balear ante la cita de Roland Garros. En la tierra de París el tenis de Moyà volvía a sufrir un nuevo bajón y quedaba apeado en la tercera ronda. En julio y agosto Moyà iba a encadenar la mejor racha del curso. Ganó en Bastad, Umag y el Masters Series de Cincinatti y se convertía en uno de los nombres importantes de cara a la cita de Shanghai.

Moyà se sacó el pasaporte para China tras llegar a la final en Hong Kong y alcanzar las semifinales en Viena y el Masters Series de París. En el Palacio de Exposiciones de Shanghai ha demostrado que tiene tenis para ganar a cualquier tenista del mundo, incluido el número uno Lleyton Hewitt y de paso se ha cobrado antiguas deudas.