Ariel Ibagaza extiende su brazo izquierdo durante el partido que disputó su equipo en El Sardinero. Foto: ALFAQUI

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MIQUEL ALZAMORA, ENVIADO ESPECIAL A SANTANDER El Real Mallorca encadenó ayer en Santander la séptima victoria consecutiva y continúa engrandeciendo su historial en la máxima categoría del fútbol español. El grupo de Manzano prolongó su estigma ganador en un feudo especialmente complejo "Real Madrid, Barcelona y Deportivo fracasaron" y no cabe duda que ya ejerce de grande. Gana con clase e incluso se permite el lujo de salir y remontar un marcador.

Eso sólo lo hacen los equipos que están con una confianza enorme y que creen ciegamente en sus posibilidades. Salvo algunos minutos de ciertas imprecisiones, el cuadro balear firmó un más que aceptable encuentro y, lo más importante, supo en todo momento leer los llamados tiempos de partido y acomodarse a ellos.

El Racing inquietó muy pronto al Mallorca pero no contó con Leo Franco que para algo es uno de los mejores porteros de la Liga. Munitis, Regueiro y Javi Guerrero llevaban la voz cantante en el ataque racinguista y los tres aprovecharon unos primeros minutos de duda por parte del once balear.

Sin embargo, poco a poco, el encuentro se fue equilibrando y el centro del campo tomó un protagonismo muy especial. Las defensas se iban imponiendo a las delanteras y cuando esto no sucedía, la suerte no acompañaba a los puntas y, por ejemplo, Regueiro estrellaba un balón en el palo a los seis minutos del partido. El duelo no era excesivamente atractivo pero la emoción se mantenía y daba la sensación de que, en cualquier momento, podía pasar algo. Àlvaro Novo dio un aviso serio pero Ceballos se lució y reaccionó muy bien al disparo envenenado del cordobés dentro del área.

La incertidumbre se mantenía, el Racing parecía dejarlo todo merced a una contra y el Mallorca se sentía amo y señor de la zona de creación. Con los papeles bien claros el encuentro entró en su fase más dinámica. Todo sucedió a raíz de un derribo de Munitis dentro del área. David Cortés zancadilleó al jugador santanderino y el colegiado se dejó guiar por el auxiliar y señaló la pena máxima. De nada sirvieron ni las protestas ni los gritos de indignación. El penalti era más que dudoso pero Ismael aprovechó la circunstancia para avanzar a su equipo en el marcador.

Pero este Mallorca se crece en los momentos más delicados y con el uno a cero en el marcador evitó caer en la desesperación y continuó tocando la pelota con todo el criterio posible y sin dejarse llevar por el nerviosismo ni la precipitación.