XISCO RUIZ. La Coruña.
En tiempos de una Galicia fracturada por la desgracia del Prestige, de una A Coruña rajada por el fuel oil, el Mallorca encontró petróleo. En una demostración de solvencia física, de pizarra, de talento, de pegada, de coraje, el equipo de Manzano empató un partido imposible tras la expulsión de Ibagaza y reventó la Liga en uno de los mejores partidos que recuerda el torneo. El grupo balear salió ileso del cuerpo a cuerpo, encajó siempre bien los golpes del Deportivo e incluso se atrevió a zarandearle en el segundo acto, justo cuando empató Makaay. Con la imagen del equipo reforzada y el primer encontronazo de diciembre superado, el conjunto bermellón escapó de Riazor con la sensación de que se había dejado algo en el camino, pero con el crédito por las nubes y con la figura de Samuel Etoo emergiendo (2-2).
El Mallorca apareció en el partido de una forma galáctica. En apenas cincuenta segundos ya había generado una situación tangible de gol -un remate mordido de Poli- y poco después Pandiani sacudía un zapatazo que no encontraba a Juanmi. Era un inicio eléctrico, en el que los de Manzano se sentían cómodos con un pronunciado sistema de repliegue y con el Deportivo circulando el balón en horizontal. Sólo alguna que otra zancada de Víctor por la derecha y el juego de espaldas a portería de Diego Tristán rompían el dibujo mallorquinista, pero los avances gallegos eran inocuos.
Con el cuero entre las botas de Sergio, el grupo de Irureta padecía en la transición, porque no había fluidez por los flancos ni alimento para los puntas. Fue entonces cuando Fran decidió abandonar su retiro de la banda izquierda y ponerse al servicio del juego de ataque; se movió siempre con sentido y la dinámica del conjunto blanquiazul varió. Víctor lanzó un par de carreras por la derecha y se asoció con Makaay, que en una franja de cinco minutos dispuso de tres opciones para abrir la brecha; primero ejecutó con la izquierda, luego diseñó un remate blando de cabeza y acabó acertando con el gol. Fue en un servicio desde la derecha que el holandésremató a la red colándose entre la zaga del equipo bermellón (minuto 13).
El Mallorca se hizo añicos, porque notó el golpe y porque poco después Ibagaza fue expulsado. El argentino protestó una falta en campo deportivista y acabó en la ducha. Manzano se quedaba sin referencia en la gestación del balompié ofensivo y sin su principal arma para voltear el partido. Con todo, el técnico de Bailén no movió pieza y obligó a Etoo y Pandiani a multiplicarse en defensa. Con el Deportivo acomodado en su renta, los baleares en inferioridad y el centro del campo cortocircuitado, el Mallorca se atrevió a ir más allá. Presionó la salida del esférico de César y Romero y encontró oro; los centrales, más bien torpones en la primera entrega, notaron continuamente el aliento en el cogote. Desde ese momento, el equipo de Ciutat se adueñó de Riazor. Etoo advirtió a servicio de Poli que el partido no había muerto (minuto 29), y poco más tarde inventó una jugada en el área chica que Pandiani culminó. El uruguayo alojó en la red una precisa pelota del camerunés y firmó el empate (minuto31).
El gol anestesió a los gallegos, que empezaban a notar la presión de la grada y sus carencias en la creación. El Mallorca se sintió fuerte y aceleró; en el 34 Etoo probó las manoplas de Juanmi y en el 39 Riera miró a los ojos al portero andaluz en un contragolpe con buena pinta. Los rojillos llamaban a la puerta y el Dépor seguía tocado. Pandiani y Etoo se movían con cierta libertad entre la defensa blanquiazul y el segundo tanto era cuestión de tiempo. Un arranque del delantero africano acabó dando con sus huesos en el suelo y el colegiado señaló penalti. Samuel Etoo lo ejecutó y dejó el encuentro patas arriba (minuto 45).
Irureta tiró de catálogo y puso sobre la arena a Luque y Valerón para encerrar al Mallorca en su área, pero nunca dio la sensación de que los isleños jugasen con uno menos. Los rojillos amontonaban contratiempos, porque Olaizola se rompió y Lozano tuvo que actuar de central. Con todo, la movilidad de Etoo -su derroche fue sobresaliente- y la frescura de Robles alumbraban algo el ataque. Sin embargo, cuando el Mallorca se sentía más cómodo sobre el campo irrumpió Makaay; el ariete aprovechó un error de cálculo de Lozano y soltó un latigazo que superó a Leo Franco (minuto 70).
El empate llegaba justo en el momento en el que el choque estaba más desequilibrado. El gol desencajó a los mallorquines, rotos por el esfuerzo y entregados a la pegada deportivista. Además, el partido le reservaba un espacio a Valerón, que jugó unos minutos de ensueño. El Deportivo se acercó al gol en dos disparos de Albert Luque y Etoo tuvo en sus botas el tercero en un mano a mano que le ganó Juanmi.
La ristra de partidos sin perder se alarga y la imagen del Mallorca queda reforzada.
El ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, no acudió al partido de Riazor pero tuvo ocasión de saludar a la expedición mallorquinista en su hotel de concentración. Matas se encuentra en A Coruña intentanto solventar los problemas generados por el vertido del Prestige. En el recinto deportivista el gran recibimiento se lo llevó Walter Pandiani, que fue vitoreado por la hinchada y aplaudido. Marcó y no lo celebró. Mientras, la grada también se acordó de Juan Carlos Valerón y solicitó su presencia en el partido en el segundo acto. El ex rojillo estuvo notable.
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