La mente de Gregorio Manzano le da vueltas a uno de los mayores
dilemas que ha tenido que afrontar desde su llegada al banquillo de
Son Moix. Al técnico del Real Mallorca nunca se le plantearon
tantas dudas a la hora de confeccionar una táctica ofensiva, aunque
a la hora de confeccionar una zaga de garantías el panorama cambia.
Hasta que el año 2002 tocó a su fin, el tándem formado por Walter
Gerardo Pandiani y Samuel Etoo parecía insustituible. El camerunés
seguía siendo pieza básica en el engranaje rojillo, mientras que
eRifle disparaba a discreción y dosificaba su pólvora.
Las alternativas que se le planteaban sobre la pizarra y en el
banquillo no acababan de convencer a un Manzano que apostaba sobre
seguro, pese a que el inicio de Pandiani le hacía pensar en un
mismo destino que el seguido por «Turu» Flores.
Con el nuevo año, el panorama cambió radicalmente, y con ello
crecieron los interrogantes. Pandiani siguió cumpliendo en Liga y
Copa del Rey, pero la forzada ausencia de Etoo -sancionado con
cuatro encuentros- obligaba a tirar de la combinatoria. Con Flores
inédito y en una alarmante baja forma, y Biagini eternamente
lesionado, Carlos parecía la solución. La juventud de Tuni era un
riesgo demasiado elevado para un equipo en problemas, y el hombre
que llevó al Mallorca a la máxima categoría cumplió con lo
esperado.
Carlos Domínguez congenió a la primera con Pandiani, y si a ello
le unimos la magia de Ibagaza, la mezcla resulta explosiva. Ahora,
y ante la visita del Recreativo, Manzano tiene la palabra. O da
continuidad a la apuesta que fermentó en Vallecas y Zorrilla, o
retorna a los orígenes. La solución, puede que el domingo.
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