MALLORCA B: Moyà (*), Reynés (*), Keko (*), Rafita (**), Ramis (**), Viale (*), Amate (*), Elías (*), Enric Pi (**), Raúl Martín (**) y Raúl Vadillo (*).
Cambios: José (*) por Elías, Toni González (*) por Raúl Vadillo y Anatoli (-) por Enric Pi.
UE LLEIDA: Edu (**), Horcajada (*), Alberto (*), Campabadal (*), Josete (**), Rubén (*), Isidro (*), Sergio (*), Nakor (**), Dani Marín (*) y Nano (*).
Cambios: Óscar (*) por Nakor, Urrutia (*) por Sergio y Braulio (-) por Nano.
Àrbitro: Sánchez Ramos (Comité tinerfeño) (*). Discreto. Mostró cartulina amarilla a Raúl Martín, Horcajada, Campabadal e Isidro.
Fernando Fernández
La credibilidad del Mallorca B se mide escasamente por los diez minutos en los que el grupo de Llompart pisó el acelerador y se atrevió a poner contra las cuerdas a un Lleida que se desplomó en la recta final del partido. El empate a cero no satisface a nadie, y mucho menos a un Mallorca B que sigue sin despegar y al que le queda una jornada menos para enderezar un rumbo aún sin coordenadas.
Los mallorquinistas exhibieron un paupérrimo balance ofensivo en una primera mitad insípida, en la que el juego y las oportunidades brillaron por su ausencia. Al Mallorca B no le bastaba con meter presión a los de la Terra Ferma, que se defendían a la perfección y metían miedo en cada una de sus aproximaciones al área de un Miquel Àngel Moyà seguro en cada una de sus intervenciones.
Pese a todo, fue el Lleida el más mordaz y el que lo intentó con más sentido común. El primer aviso lo dio Nakor, cuyo disparo fue a parar a manos de Moyà de forma casi inocente.
Desde ese punto, el encuentro entró en una fase oscura, en la que el fútbol brilló por su ausencia y ambos conjuntos ofrecieron lo peor de su repertorio en una primera parte soporífera, sencillamente para olvidar y dejar de lado si se quiere hacer realidad la salvación de un Mallorca B que no pudo perforar la meta de Edu en noventa minutos plagados de corazón, pero en los que la puntería no estuvo a la altura de las circunstancias.
Con Tomeu Llompart en la grada -agotando su eterna sanción-, el técnico inquense se desesperó dando instrucciones a un conjunto en el que Raúl Martín y Enric Pi no fueron la solución.
Con el tiempo pisando los talones del filial balear, el grupo balear volvió al encuentro y presionó con fuerza a un Lleida que aparecía con cuentagotas y de forma esporádica. De esta forma llegó la mejor oportunidad para los de Llompart. Un disparo de Amate era el único aviso serio de un conjunto sin ángel.
Reynés se lesionaba y dejaba con diez al Mallorca B sobre la hierba. Era el último inconveniente para un filial que se llevaba su último susto de consideración de la mano de un Óscar que envió un balón envenenado que besaba la madera de Miquel Àngel Moyà.
Al final, el punto dejaba mal sabor de boca a ambos bandos, necesitados por objetivos diametralmente opuestos de un estímulo en la tabla.
LO MEJOR: Nada
LO PEOR: El partido
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