Si gana habrá avanzado un buen trecho en el camino que conduce a
cuartos de final. Un empate, sin ser un resultado extraordinario,
al menos le permitiría afrontar las dos últimas jornadas con un
punto de ventaja sobre el equipo de Matthias Sammer. La derrota
sería un golpe casi mortal para los hombres de Vicente del
Bosque.
Un triunfo situaría al Borussia Dortmund con dos puntos más que
el Real Madrid. El equipo blanco ya no dependería de sí mismo para
alcanzar la siguiente ronda. Estaría obligado a ganar al Milán en
el Bernabéu y al Lokomotiv en Moscú, y a esperar que le
favorecieran otros resultados. Los campeones de Europa están en
apuros y, además, el destino ha querido que diriman esta
trascendente batalla en el territorio que les es más adverso.
Alemania casi nunca ha sido sinónimo de éxito para el Real
Madrid.
Ha disputado diecisiete partidos en este país en torneos
continentales y sólo ha ganado uno (por 2-3 al Bayer Leverkusen en
la Liga de Campeones 00-01), si bien es cierto que su única visita
al Westfalestadion, en la temporada 97-98, cuando el Borussia era
campeón de Europa, se saldó con un empate sin goles que llevó a los
madridistas a la final en la que conquistaron su séptima corona
europea ante el Juventus.
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