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Aunque su recorrido permita otro tipo de interpretaciones, el Mallorca parece estar más cerca que nunca de coronar el sueño de cualquier equipo predestinado a vivir de espaldas a los grandes logros. Esta vez la Copa. un torneo grande, se ha despojado de cualquier detalle quimérico y se proyecta como un éxito irrenunciable. De hecho, la escuadra balear ha puesto mucho de su parte para que en el camino hacia el primer gran título de su historia haya tendida una alfombra de color rojo. Salió ileso ante un encoraginado Segunda B; se sacudió la incomodidad del Valladolid; humilló al Real Madrid y dejó claro en A Coruña que quiere formar parte de la leyenda de una vez por todas. Por eso Son Moix le brindará esta noche una oportunidad única para aproximarse a un universo reservado a una selecta minoria. El Mallorca tiene perfectamente asumido que si liquida el asunto del Deportivo, poco importa el nombre del equipo -Atlético Osasuna o Recreativo de Huelva- que encuentre en la final del 28 de junio porque su favoritismo no admitiría discusión alguna.

El superávit que adquirió hace exactamente un mes en Riazor ha acomodado el partido de vuelta (2-3) en un escenario idóneo para la escuadra de Manzano. Es un aspecto en el que han incidido los futbolistas a lo largo de los últimos días, que también esperan encontrar en esta semifinal de Copa un espaldarazo anímico definitivo tras las bofetadas recibidas últimamente en la competición doméstica. Inclinada la eliminatoria, el Mallorca topará de nuevo con un rival que le trae recuerdos extraordinarios -ante el Deportivo ha firmado sus dos mejores partidos de la temporada-, pero que también infunde un respeto de talla grande. El libro de ruta que ha firmado el cuadro de Irureta últimamente es excepcional. Sigue vivo en la Liga de Campeones y también ha reactivado notablemente sus opciones en la carrera hacia el título de Liga.

Disipadas las sospechas sobre el estado físico de Leo Franco y Harold Lozano, las dudas de Manzano sólo afectan al eje de la defensa. La vulnerabilidad exhibida por el Mallorca en sus últimas funciones ha dejado en el disparadero a la pareja integrada por Federico Lussenhoff y Vicente Fernández. La opción de situar de nuevo a Poli en la posición de central -como ocurrió en el encuentro de ida- y entregar el carril izquierdo a Miquel Soler es una alternativa solvente.

En el otro bando, Javier Irureta, podría alinear desde el inicio a Juan Carlos Valerón en la media punta, algo que no ocurre desde el pasado 22 de diciembre ante el Valencia. Si finalmente el grancanario es titular, el técnico gallego regresaría a su habitual 4-2-3-1, con Albert Luque en la banda izquierda como principal novedad y Diego Tristán en la punta de ataque. No obstante, el entrenador deportivista también podría decantarse por un 4-4-2, dejar a Valerón en el banquillo, alinear en el interior zurdo a Fran y dejar la responsabilidad goleadora a Luque y Tristán. Lo que parece claro es que el pichichi Roy Makaay no será titular.