Ibagaza y Novo, con los brazos en alto, festejan el gol del empate. Foto: T.M.

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La historia le ha dado una tercera oportunidad al Mallorca, como si se tratara de la nueva entrega de un sueño. Lejos está la final de Madrid, cuando el fútbol empezaba a verse en color, o aquella escena de Hesp con el puño al aire después del fallo de Eskurza. Atrás han quedado aquellas miserias, esas imágenes de Beltrán llorando en el palco o de Son Sant Joan repleto de aficionados lamiendo las heridas de una plantilla rota. Un gol de Ibagaza y la renta de Riazor han convertido al equipo de Gregorio Manzano en finalista, en aspirante al título, y le han abierto de par en par las puertas de Europa. Ni la diana de Fran a poco del arranque, ni la insistencia de Luque, ni un primer tiempo lleno de escombros; nada pudo evitar que el Mallorca certificase su ingreso en la final, porque el jugador más determinante que ha tenido el equipo en su último ciclo apareció justo a tiempo para rescatarlo y trasladarlo cerca del cielo (1-1).

El partido iba oscureciéndose, pero llegó el gol de Ibagaza y todo cambió de color. La figura de Harold Lozano emergió en un saque de esquina, el colombiano colocó el balón en el área chica y Ariel Ibagaza marcó de fuerte disparo con la izquierda (minuto 84). El Mallorca acariciaba el sueño. La grada empezó a echar cuentas y todo cuadraba, porque el Deportivo tenía que obrar un milagro -marcar dos goles en apenas seis minutos- y los de Irureta no estaban para muchos excesos.

El partido lo monopolizó Luque desde el inicio. El delantero catalán tuvo una aparición esquizofrénica por la cita, lanzando carreras, diseñando desmarques y construyendo acciones de ataque. Irrumpiendo siempre desde la izquierda, el futbolista de Terrassa advirtió desde el primer minuto que esa debía ser su noche, y antes de que se cumplieran los dos minutos de juego ya se había acercado al gol tras un servicio de Scaloni desde la derecha. Poco después Leo Franco tuvo que repeler uno de sus escorzos y a renglón seguido, allá por el minuto 12, envió alto un golpe franco desde la derecha.

Con todo el peso ofensivo en la mochila de Luque y el Mallorca retrocediendo, el Deportivo tardó poco en desatar las hostilidades; fue tras un balón que cayó en las botas del atacante deportivista, que se marcó una zancada galáctica que selló a Soler, apuró hasta el fondo y sirvió al área. Fran que llegaba desde la segunda línea, empujó a la red y reventó el encuentro (minuto 20).

El equipo de Gregorio Manzano, atascado desde el primer minuto, notó la necesidad de cambiar el guión y le concedió el balón a Etoo, el único que parecía algo alarmado por la situación. Ibagaza se perdía entre las piernas de Sergio y Mauro Silva, y Pandiani no tenía alimento. La primera noticia de los baleares en ataque fue al borde del cierre del primer acto, cuando el punta uruguayo acertó a rematar un balón aéreo que murió en los guantes de Juanmi. El choque se movía entre la sensación de que el Depor había cumplido y de que el Mallorca había dado una concesión innecesaria.

El descanso le sirvió a Irureta para prescindir de Tristán -que había sido silbado, al igual que Luque- y para darse cuenta de que Valerón era imprescindible. Con todo, el equipo isleño mejoró su aspecto, porque el cuero empezó a rodar por los pies de Ibagaza y porque el grupo gallego empezó a sentirse amenazado. Los blanquiazules echaron a perder el centro del campo: imprecisiones, poca fluidez y escasa verticalidad. Los rojillos notaron que el partido le hacía un guiño y dieron un paso al frente. Alvaro Novo probó a Juanmi, que seguía ahí pese a la poca actividad, con un disparo con aspecto de centro y el Mallorca sintió que su salud mejoraba hasta que Scaloni lanzó un derechazo en el minuto 80 y Acuña un zurdazo poco después. Hasta entonces, poca chicha y mucho miedo.

El conjunto balear se creció y los gallegos se rindieron. Marcos apareció para acabar de dormir la cita y ni la insistencia de Albert Luque sirvió para alterar el orden de la eliminatoria, que el Mallorca ya tenía cuesta abajo. La hinchada se regaló una fiesta, acostumbrada a tanto sufrimiento y el silbido de Mejuto González desató la orgía de felicidad en Son Moix.

El día 28 de junio el Mallorca tendrá la oportunidad de conquistar un título que le dio la espalda en Madrid y Valencia. El equipo insular disputará la final ante el Recreativo de Huelva en un escenario todavía por determinar, pero lo cierto es que detrás estará el escenario que siempre brinda este tipo de acontecimientos: Europa. El equipo de Gregorio Manzano tiene la opción de regresar a las competiciones continentales (UEFA) si se adjudica el torneo del KO. Será justo después de que el campeonato de Liga haya vencido y tras firmar una trayectoria copera extraordinaria.