Quizá dentro de unos años, puede que muy pocos, se hablará de
Rodolfo Fernández Farrés (Palma, 4/4/1985) como un fenómeno que
cruzó el Atlántico en busca de un sueño hecho realidad. Tal vez la
NBA sea la estación destino de una trayectoria meteórica que
convierte al mallorquín en el mejor jugador europeo de la
generación del 85.
Del brazo de su hermana Marta, Rudy abandonó el Sant Josep tras
recibir la llamada del Joventut. Al filo de la mayoría de edad,
«Electric», como es conocido entre sus compañeros, es un valor
seguro para la entidad de Badalona. Jordi Villacampa no está
dispuesto a desprenderse de Rudy a cualquier precio. Sólo la liga
profesional americana puede forzar el visto bueno del presidente
verdinegro. Internacional cadete e indiscutible en la júnior, sus
características le convierten en un jugador explosivo,
determinante. El domingo, ante el Grupotel.com Muro, rompió el
encuentro con su fulgurante aparición en la pista del Olímpic.
Junto a Gustavo Barrera, dicen los nostálgicos y buenos
conocedores de la cantera que forma una pareja similar a la que
Raúl López y Suly Drame perfilaron en la senda hacia la
consolidación de los Júniors de Oro.
La versatilidad de Rudy le permite anotar y machacar como pocos.
En 195 centímetros acumula una capacidad de trabajo resaltada por
su entrenador en el filial de la Penya, Marcel Roca. Y es que Rudy
es capaz en cuestión de horas de jugar con el júnior, el segundo
equipo y poco después ocupar un lugar en el banquillo del ACB a las
órdenes desheriff Manel Comas, para el que las virtudes dedos salen
a la luz viéndole con el balón en las manos.
La defensa es la única laguna de un penetrador contundente al
que le encanta machacar el aro contrario. Además, rebotea con
facilidad tanto en defensa como en ataque y tiene una muñeca que
arde. Con el equipo de EBA ha disputado 23 encuentros, con una
media de 16'3 puntos y casi cinco rebotes. Unos buenos números para
un jugador sobrado dentro de una competición exigente.
Su ídolo es Dejan Bodiroga, aunque los expertos le ubican como
un escolta tirador, una posición no muy alejada de la del
yugoslavo, un enamorado de la tierra que vio nacer a Rudy.
¿Demasiada coincidencia?
De todas formas, y siempre con los pies en el suelo, la
metralleta del Joventut prefiere tener como referencia a nombres
más asequibles, caso del ibicenco Paco Vázquez, Espil o Marco, con
los que suele codearse en las múltiples oportunidades en las que el
dorsal 18 se codea con sus ídolos.
En la agenda de los ojeadores de las universidades
estadounidenses ya tienen anotado su nombre, y no sería
descabellado pensar en una presencia en el Draft de la NBA,
siguiendo los pasos de Raúl López. Incluso el Drac Inca parece
haber iniciado la puja por obtener su cesión.
En su hermana tiene a una buena maestra y consejera. Marta
Fernández también conoce las mieles de la internacionalidad, y
tiene mucha culpa de la progresión de un talento aún por pulir.
«Solamente jugando con él te das cuenta de lo bueno que es»
comentan sus compañeros de vestuario. Aquellos que podrán decir que
entrenaron con Rudy Fernández, el continuador de una saga que ha
provocado la mudanza de su familia hacia Cataluña. No añorar el
ambiente del hogar es un punto de apoyo básico para el que está
llamado a ser el mejor baloncestista mallorquín de todos los
tiempos, la joya de la corona.
Fernando Fernández
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