Enfrente no sólo tendrá un correoso rival, que ya empató en el
Bernabéu (2-2), sino un césped en pésimo estado, unas condiciones
climatológicas adversas y una negra historia que dicta los pésimos
precedentes en Moscú, donde el Madrid nunca ha ganado en Copa de
Europa. Del Bosque no quiere «excusas» y sí mentalidad para que sus
jugadores reconozcan la trascendencia de los tres puntos. La única
idea de los madridistas es vencer y evitar así especulaciones
porque, pese a las buenas palabras e intenciones del entrenador
salmantino, nadie se fía de que el Milán ponga todo su empeño en
doblegar al Borussia y dedicarle un triunfo a su afición.
El cuadro de Chamartín alcanza el encuentro en un excelente
momento de resultados, no tanto de juego, con cuatro victorias
consecutivas en Liga y reforzado en su moral tras desbancar, aunque
sólo parcialmente, de la memoria los fantasmas del Milán. Incluso
la diosa fortuna, como demostró en El Madrigal, también viaja del
lado del equipo blanco en los momentos decisivos. La posibilidad de
caer eliminados sería «un palo», según Helguera, y dañaría sin
reparos la imagen del equipo galáctico, inmerso en partidos
decisivos jornada a jornada para seguir soñando con el doblete. El
club ya vivió un riesgo parecido hace tres años cuando viajó a
Noruega para medirse al Rosenborg, con el Dinamo de Kiev pisándole
los talones y el Bayern de Múnich, clasificado como primero. Un
tanto de Raúl sirvió para conseguir un triunfo agónico que
posteriormente desembocó en la octava conseguida ante el Valencia
(3-0).
Del Bosque probablemente repetirá el once que jugó en Villarreal
salvo dos excepciones. El argentino Santiago Hernán Solari
sustituirá en el lateral izquierdo al sancionado Roberto Carlos,
mientras que el francés Claude Makelele volverá a la medular tras
el descanso concedido por su técnico. Helguera será seria duda al
resentirse de sus molestias en el tobillo.
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