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El último equipo en presentar su estadio como posible sede de la final de la Copa del Rey ha sido el Celta de Vigo, que ayer, en palabras de su presidente, Horacio Gómez, confirmó su candidatura a albergar el partido del próximo 28 de junio. «Ayer mismo -dijo el presidente- comunicamos a la Federación que ofrecemos nuestro estadio para que sea sede de la final de Copa. El Recreativo lo ve bien y por parte del Mallorca hay más reticencia a que esto suceda», explicó Gómez.

Al margen de la petición que ha llevado a cabo el Celta y que bajo ningún concepto es del agrado ni del Mallorca ni de los aficionados, en lo que sí están de acuerdo los dos clubes implicados en la disputa de la final, es que el escenario que finalmente albergue el partido debe tener una capacidad que ronde los 35.000 espectadores. En este sentido, desde Huelva se apunta que, dependiendo de dónde se dispute el choque, pueden desplazarse cerca de 20.000 hinchas, aunque estas previsiones son excesivamente optimistas. El Mallorca, por su parte, está convencido que viajarán una cantidad cercana a los 15.000 seguidores e incluso las previsiones indican que esta cifra se superará si finalmente es Mestalla o Montjuïc el definitivo escenario de la disputa del partido. Lo que está claro es que de la situación geográfica depende mucho el número de seguidores bermellones que disfrutarán en directo de la gran fiesta del fútbol español que se disputará el próximo 28 de junio. A mayor distancia, más problemas para que la gente de la Isla esté en el partido.

El club balear está totalmente en contra de ir a Vigo, mientras que el presidente del Recreativo, Francisco Mendoza, aseguró que si definitivamente ni Sevilla ni Madrid acogen la final, él ve con buenos ojos desplazar a su afición a Galicia. «Es menos tiempo ir de Huelva a Vigo que no de Huelva a Valencia», aseguró Mendoza. «Si tomamos la autopista por Portugal nos plantamos ahí en menos tiempo que si hacemos el trayecto hasta Valencia», dijo el presidente del Recreativo. Por su parte el Mallorca ya mostró su total y absoluta disconformidad a que sea Balaídos el escenario que reciba la final de Copa. Los motivos son más que obvios, aunque Vigo juega sus cartas en este sentido y hará servir la catastrofe del petrolero Prestige para intentar que, a través de un acontecimiento como la final, Galicia pueda ver compensada la desgracia ecológica con la que llegó al final del año pasado.