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El nuevo proyecto del Drac Inca cobra forma a medida que se aproxima el final de la liga regular. Los movimientos en los despachos del Palau se pueden suceder de forma vertiginosa si la entidad más representativa del baloncesto balear se mantiene en la LEB, condición expresa para sentar las bases de un ambicioso diseño deportivo que reoriente las miras de la institución tras un curso plagado de sobresaltos.

Desde la cúpula regente del Drac Inca se ha exhibido la idea de ofrecer la renovación a Xavi Sastre si logra la meta de la salvación -objetivo que pasa por los tres encuentros que restan para finalizar la competición regular o un hipotético playoff-, aunque falta la aprobación del preparador mallorquín, que debe valorar los pros y contras de una determinación que puede ver alterado su ritmo habitual de trabajo fuera de las canchas.

Al margen de la renovación de palabra pactada con Javier Bulfoni, Drac Inca quiere mantener el bloque atando las renovaciones de dos hombres básicos en el juego interior y cuyo concurso es pretendido por algunos de los ilustres de la LEB. El objetivo más ambicioso pasa por ofrecer la renovación por tres temporadas a Alberto Alzamora, premiando su constancia y fidelidad a los colores gualdinegros. El ala-pívot mallorquín es uno de los pesos pesados del vestuario y finaliza este año el contrato que suscribió por dos temporadas en su regreso a Inca tras un enriquecedor periplo en las filas del Casademont Girona y el Melilla Baloncesto.

Pero si hay un jugador que interesa a todos los niveles, ése es Rocky Walls. Después de un dubitativo inicio, ecinco estadounidense ha logrado consolidarse como uno de los mejores jugadores de la categoría y un reboteador consumado. Las ofertas no le van a faltar a un Walls por el que la directiva inquense pugnará con todas sus energías, pese a que parece complicado que pueda seguir una temporada más.