Juan Ignacio Chela (Buenos Aires, 1979) es un tipo muy callado.
Simpatizante de Boca Juniors, reside en la Ciudad Evita, muy cerca
del aeropuerto de Ezeiza, uno de los más importantes de Argentina.
Es profesional desde 1997 y su trayectoria siempre fue ascendente
hasta que en 2001 dio positivo en un control antidoping y fue
suspendido seis meses y le descontaron todos los puntos conseguidos
el último año.
El jugador argentino no tardó en recuperar su sitio. Se puso a
ganar Challengers y pronto volvió a incorporarse al circuito
profesional. En su currículo sólo figuran dos títulos (méxico City
en 2002 y Amersfoort en 2002), pero es un jugador extremadamente
peligroso.
Tal vez porque sus compatriotas Nalbandián, Gaudio, Calleri y
Coria alcanzaron las semifinales en Argentina y porque no formó
parte del equipo argentino que ganó en los cuartos de final de la
Copa Davis, Juan Ignacio Chela decidió romper la relación con su
entrenador y buscar nuevas vías.
Por el momento no ha decidido quién será su próximo preparador
pero ha llegado a un acuerdo con Guillermo Vilas para que le
aconseje vía telefónica. Chela asegura que «hay cosas que son
distintas simplemente porque las dice Vilas» y ha alcanzado la
tercera ronda tras eliminar a al francés Cyril Saulnier y al
italiano Giorgio Galimberti.
Consejos
Frente a Galimberti recibió los consejos desde la grada del capitán
argentino de Copa Davis, Gustavo Luza, probablemente el mismo que
tratará de ayudarle hoy ante a Moyà.
Carlos Moyà y Juan Ignacio Chela no se han enfrentado nunca pero
se conocen perfectamente. Las Armadas española y argentina
mantienen unas excelentes relaciones y sus componentes acostumbran
a entrenar juntos en todos los torneos. Precisamente por haber
entrenado en varias ocasiones con Chela, Moyà piensa tener el
antídoto para doblegarle. El mallorquín piensa que su adversario ha
mejorado mucho en los últimos años y asegura que tendrá que moverlo
mucho, especialmente traerlo a la red, para poder doblegarlo.
De todos modos el que debe preocuparse es Chela. Carlos Moyà
aumenta su nivel cada día que pasa en París y a medida que avanza
el torneo se convierte en un rival más peligroso. Su servicio y su
derecha funcionan a la perfección y se está encontrando cómodo con
el revés. Moyà vuelve a ser el rival a batir. Antes de que diera
inicio la competición francesa, el jugador balear ya advertía que
los encuentors más difíciles son los de las primeras rondas. A
Carlos Moyà, históricamente, le cuesta meterse en los torneos, pero
se encuentra en su hábitat cuando se juegan las rondas finales.
Como ya predijo, sufría en la ronda inicial para superar a
Phillippo Volandri, pero se encontró mucho más cómodo ante un
adversario de entidad como Mark Philippoussis. En el partido frente
al australiano se producían estadísticas sorprendentes. El «aussie»
consiguió seis aces, mientras que el mallorquín alcanzó los
quince.
El servicio será un arma importante en el encuentro ante Chela.
Como todos los argentinos, Juan Ignacio tiene buenos golpes desde
el fondo de la pista. Y no da ninguna pelota por perdida, por lo
que conseguir puntos gratis permitirá a Moyà poder tomar aliento en
determinadas fases del encuentro y no agotarse en exceso para sumar
los puntos con su saque.
La cantidad de derechas que pegue el balear será también un buen
termómetro para saber como será de complicada la batalla. El
mallorquín cada día se muestra más agresivo y suma un número
importante de sus puntos en el drive, pero prefiere no tenter que
recurrir al revés. Con este golpe se sigue mostrando inestable en
según que fases del encuentro, aunque sabe que cuando lo golpea sin
miedo y lo hace de forma agresiva también acaba convirtiéndose en
un argumento ofensivo.
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