El tenis es mucho más que el servicio, pero cuando un jugador es
capaz de sacar durante tres horas y cincuenta y dos minutos a más
de 200 km/h, colocando el saque en los ángulos y con un porcentaje
muy elevado hay pocas cosas a hacer. Carlos Moyà volvió a recurrir
a la épica para tratar de enderezar un partido que se había puesto
muy cuesta arriba (6-3 y 6-4). El mallorquín logró igualar el
marcador (5-7 y 6-4) y se quedó en dos ocasiones a dos puntos de la
victoria (5-4 e iguales; y 6-5 y 30-30 en el quinto parcial), pero
finalmente no pudo con el bombardero Martín Verkerk (8-6).
Cuando parecía que Moyà podía ganar el segundo set llegó la rotura
de Verkerk. Era todo lo que el holandés necesitaba. El mallorquín
seguía cometiendo errores no forzados en el peloteo y llegaba al
5-4 y saque del holandés en busca del milagro. Se puso 0-30, pero
tres puntos de saque le dieron al holandés la primera pelota de
set. Moyà logró salvar ésta y la siguiente, pero a la tercera
Verkerk sentenciaba con un ace a 213 km/h, el saque más rápido
hasta el momento del partido.
El partido se puso como el día, gris oscuro, nada más comenzar
el encuentro. Verkerk exhibía sus armas (saque terrorífico y
latigazos de derecha y revés) y se colocaba con una ventaja de 3-0.
Moyà entendió pronto que si quería tener opciones el punto debía
ser largo y se puso el mono de trabajo. Apeló a su servicio y llegó
a disfrutar de una pelota de break en el séptimo juego (4-2) lo que
podía haber dejado el primer parcial en tablas, pero el holandés
seguía sacando por encima de los doscientos kilómetros a la hora y
terminó anotándose el primer set (6-3).
En los últimos juegos del primer parcial Moyà ya conseguía
restar con frecuencia los servicios de Verkerk y tenía
oportunidades, pero los errores no forzados le hacían perder el
poco terreno que lograba avanzar. Debía estar pensando en estas
cosas cuando comenzó el segundo parcial porque el holandés dispuso
de dos pelotas de break. El mallorquín logró salvarlas y parecía
que tenía opciones al resto. Los primeros servicios viajaban muy
rápido y los segundos por encima de los 170 km/h, pero aún así daba
la sensación de que el saque del holandés peligraba.
Carlos Moyà ganó con autoridad el primer juego del tercer set y
se mojó la cabeza en el cambio en busca de ideas. Pocos remedios se
podían encontrar al servicio de Verkerk, que llegaba a alcanzar los
215 km/h. El holandés se estaba gustando y sus gestos de ánimo
comenzaban a rozar el mal gusto. Moyà llegó a salvar tres bolas de
break y desperdició dos opciones de rotura antes de llegar al 5-6.
Con servicio del holandés y 30-30, el mallorquín mira al cielo en
busca de ayuda. El de arriba seguía teniendo ganas de tenis y no
sólo le dio una, sino que le otorgó dos. A la segunda los nervios
traicionaban a Verkerk que cometía una doble falta y ponía al
mallorquín en el partido (5-7).
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