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No es una hinchada acostumbrada a desplazarse de forma quincenal con su equipo, pero la afición del Mallorca sí que se ha habituado a viajar en los grandes eventos. Los mallorquinistas cumplirán en la final de Copa en Elche el tercer éxodo en los últimos cinco años, dos en citas coperas y una final de la Recopa. Sin embargo, será el desplazamiento más polémico, porque algunos mallorquinistas pueden quedarse en tierra ante la falta de entradas si la RFEF no le entrega otro paquete al club balear.

El año 1998, coincidiendo con una de las etapas más brillantes de la entidad isleña -de la mano de Héctor Cúper-, los seguidores del Mallorca se desplazaron en masa hasta Mestalla para acompañar a su equipo, que buscaba su primer título a costa del FC Barcelona. Alrededor de 14 mil aficionados viajaron a Valencia en barco y en avión, y se instalaron en el fondo norte del recinto valencianista en una marea roja que intentaba contrarrestar la mayor presencia de barcelonistas.

Apenas un año después, llegaba la final de la Recopa en Birmingham, en la que un amplio grueso de seguidores rojillos también decidió acompañar a su equipo en el encuentro ante el Lazio de Roma. Se calcula que unos 6 mil hinchas tomaron el avión para presenciar la cita, en la que el Mallorca perdía otro título, probablemente, el más importante de su historia reciente.

Pero ninguno de ellos ha sido tan polémico como el viaje a Elche. Primero el problema surgió con el escenario de la final, ya que el equipo mallorquín pretendía jugar en Valencia nuevamente mientras el Recreativo pensaba en Madrid. La RFEF eligió Elche, y los rojillos aceptaron. Posteriormente apareció otro inconveniente, cuando la Federación decidió repartir un total de 13 localidades a cada club, algo que irritó a los onubenses pero que no disgustó a los baleares.