Rafael Nadal asalta la catedral del tenis. El jugador mallorquín se
encuentra prácticamente recuperado de la fisura en el codo derecho
y tiene hambre de competición. En los próximos días volverá a
entrenar a la máxima intensidad, y reaparecera en Wimbledon. Tiene
en la cabeza que debe adaptar su juego a la hierba. Está pensando
en verde.
La fisura en el codo derecho ha llegado en el peor momento. Le
impidió participar en Roland Garros y le va a tener alejado de la
competición hasta Wimbledon. Ayer el médico le desanconsejó que
participara en el torneo de Nottingham y regresara a los torneos en
el tercer Grand Slam de la temporada. Rafael Nadal es un fenómeno.
Sus conocimientos de tenis son enormes; sabe lo que tiene que hacer
en cada momento a pesar de que su experiencia sea pequeña. Sobre
hierba ha jugado en contadas ocasiones, pero tiene claro que debe
cambiar su concepción.
En Wimbledon el tenis de Rafael Nadal será distinto. Su servicio
será cortado y si la pista está rápida -al comienzo del torneo o
después de llover está muy rápida- no vacilará en hacer saque-red,
mientras que si consigue superar algunos adversarios y el cielo no
lleva lluvias, se quedará en el fondo de la pista. Sobre hierba el
tenista mallorquín no va a echarse tan atrás para restar. En tierra
batida acostumbra a alejarse de la línea de fondo para buscar un
resto profundo y liftado, pero en Wimbledon va a tener que restar
desde la línea de fondo, tratando de complicar la más que probable
subida a la red de su rival.
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