Después de una notable ausencia en el calendario, la Pujada a Sant
Salvador regresó al calendario automovilístico de la mano de la
Escudería Ciutat de Manacor «Da-li Gas». Miles de aficionados se
agolparon en las cunetas de la mítica ascensión para seguir de
cerca las evoluciones de la carrera, que desde primera hora de la
mañana congregó a los más aventurados, que buscaron la mejor
perspectiva a ras de asfalto.
Los improvisados «boxes» de las escuderías dejaban notar ese
olor a gasolina que describe a la perfección acontecimientos de
este calibre, en los que la elite del automovilismo insular tiene
la oportunidad de poner a prueba la resistencia de sus vehículos
sobre un trazado empinado y exigente por la precisión que se
requiere en cada una de las curvas que trazan el recorrido de 4.300
metros que conduce hasta la cima de Sant Salvador.
El rugir de los motores en los últimos entrenamientos oficiales
intuía un espectáculo de rango. En la última sesión, Toni Roca, al
mando de su MG Metro, escoltado por Nadal Galiana (Ford Escort
Cosworth), se encargaba de firmar el mejor tiempo con 3:09.135. Era
un anticipo de lo que la subida iba a ofrecer a los seguidores que
desde la noche anterior -los que sienten la llamada del motor-
tomaban posiciones.
Cerca de las once y media, la línea de salida era un hervidero.
Los comisarios tomaban posiciones y los pilotos llevaban a cabo las
últimas comprobaciones de sus coches a medida que el orden de
salida se perfilaba.
El vehículo cero abría paso entre la masa humana que aguardaba
con ansiedad el inicio de la competición de verdad. Rafael Tallón y
su Peugeot 205 Rallye eran los primeros en provocar las ovaciones
de la afición, que cada minuto -frecuencia de salida establecida-
daba su particular empujón a los pilotos hacia la cima de Sant
Salvador, que recuperaba las sensaciones del automovilismo de
montaña, aspecto que agradeció el incontable contingente de
seguidores presentes.
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