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Jorge Muñoa|SODERTALJE
España jugará un nuevo papel entre las grandes selecciones de la canasta continental en el Europeo de Suecia como favorita de favoritas para acabar con la hegemonía que la antigua Yugoslavia ejerce desde 1989 en el escalón más alto del podio. La condición de candidata al oro que desde todos los ámbitos se concede al equipo del debutante Moncho López es fruto de un largo y metódico trabajo desarrollado durante los últimos diez años. De momento, los resultados de toda esa labor se han visto reflejados en la clasificación oficial de selecciones de la Federación Internacional FIBA, elaborada de acuerdo a la trayectoria de cada una de ellas desde 1993, donde España ocupa la primera posición. Ahora, falta ratificarlo sobre las pistas suecas.

Lo más significativo es que los pronósticos de los especialistas coinciden con las aspiraciones de los internacionales españoles. La palabra oro ya no causa estupor entre los jugadores y técnicos que van a defender el pabellón rojo y amarillo en Suecia. Es más, se ha convertido en el objetivo de todos ellos, pero no desde la ingenuidad ni desde la prepotencia, sino desde un sincero realismo.

La selección nacional, la España del 2003, aúna las dosis justas de juventud y veteranía, de experiencia y atrevimiento, de calidad técnica y equilibrio táctico que distinguen a los grandes bloques y, todo ello, regado con la omnipotente presencia de Pau Gasol, la respuesta española al Tony Parker francés, el Predrag Stojakovic de Serbia y Montenegro, el Hidayet Turkoglu turco, el Andrei Kirilenko ruso o el Dirk Nowitzki alemán, emblemas marcados con el logotipo de la NBA en sus respectivos países.

Moncho López, encaramado al primer cajón de los Juegos del Mediterráneo con la selección B en el verano del 2001 mientras el combinado A recogía el bronce en el anterior Europeo, el de Turquía, ha dado un paso adelante para encabezar un cuadro con un perfil distinto al esculpido por su antecesor, Javier Imbroda, que ahora participa como comentarista de Televisión Española.

El técnico gallego, un hombre accesible, tranquilo, dialogante, discreto y humilde, ha dado su toque personal al equipo. La dimensión de España supera a la que tenía en Turquía o en el pasado Mundial de Indianápolis, donde terminó quinta, gracias a la llegada de jóvenes con enormes posibilidades como Roger Grimau y Antonio Bueno, y la recuperación de un veterano como Alberto Herreros, el tirador por excelencia del panorama nacional, que completan el impulso del bloque ya existente.

Suecia contemplará una selección española con un punto menos de intensidad defensiva, pero con mucha mayor versatilidad ofensiva y, ante todo, convencida de ser una de las aspirantes más firmes a todo y de contar con un cuerpo técnico del mayor nivel, dotado de la modernidad de Moncho López y la sabiduría de Joan «Chichi» Creus.

El oro entra en las cuentas de España, aunque siempre es una lotería. El objetivo prioritario, por encima de cualquier otro, sigue siendo obtener la clasificación para los Juegos Olímpicos del próximo año en Atenas. En principio, sólo habrá pasaporte olímpico para tres equipos. Sin embargo, todo dependerá de la clasificación final de Grecia y de Serbia y Montenegro, que pueden ampliar los puestos de acceso hasta el quinto si ambas se colocan en las posiciones de medalla.

La selección nacional disputará la primera fase en el Grupo C, con sede en Sodertalje, ciudad natal del tenista sueco Bjorn Borg, a muy pocos kilómetros de la capital, Estocolmo, donde tendrá lugar la fase final. El equipo anfitrión, Suecia, Rusia y Serbia y Montenegro son los obstáculos que aguardan a España en el pabellón Scaniarinken, con capacidad para 3.000 espectadores, para pasar a la ronda final.