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Dos argentinos, un nigeriano, un canadiense y un americano. El vestuario del Drac Inca es babélico y su teórico quinteto titular aparece completamente despoblado de jugadores nacionales. La globalización del baloncesto es patente en el nuevo proyecto mallorquín, donde los españoles han quedado casi en minoria y su papel es secundario. En un equipo de este perfil, los conflictos linguísticos se resuelven tirando del inglés. Jesse Young y Stevie Johnson, por ejemplo, apenas chapurrean castellano -Nicechi Ezugwu lleva varios años en España- y el idioma británico acostumbra a ser el nexo de unión con el resto de la plantilla.

Ibarra, que ha suscrito con el Drac Inca un contrato de dos temporadas de duración, es considerado en su país una sólida promesa, y no tiene dudas en reconocer que sus mayores problemas de adaptación están sobre la cancha. «Me está costando adaptarme al estilo de acá, especialmente con los pasos de salida y los tres segundos en la zona; las reglas son distintas en Argentina, aunque es algo que le sucede a todos los jugadores cuando llegan a Europa. Creo que el nivel de juego es parecido al de Argentina. A nivel individual y por mi estilo, soy un jugador agresivo en defensa; los árbitros aún no me conocen y también tengo problemas con las faltas. De todas formas, poco a poco iré a más».

Matías Ibarra y Javier Bulfoni, que llegaron a la Isla procedentes del basket argentino, parten con ventaja, aunque su aclimatación siempre reclama tiempo. «La situación es curiosa, aunque también es linda. Se trata de un rejuntamiento internacional que llama la atención, aunque la verdad es que la calidad humana de todo el grupo es impresionante y eso facilita las cosas», subraya el joven Ibarra, un base internacional sub'21 que hace unos pocos meses inició su primera experiencia europea.