En otra latitud, el plan «B» surtió efecto. Funcionó el Mallorca
que rediseñó Aragonés, que ya tiene la mirada puesta en la tercera
eliminatoria de la UEFA. Encontró el grupo balear una excelente
gratificación a la seriedad de su fútbol y agradeció sobremanera el
enorme partido de Nené. Eclipsado por la titularidad de Jovan
Stankovic, el centrocampista brasileño disputó un partido estupendo
en Copenhague. Sin buenas noticias de Bruggink y Ligüera -sociedad
que nunca funcionó-, fue Nené quien organizó cualquier lío en el
área de Kihlstedt. Suya fue la jugada que puso por delante al
Mallorca y suyas las carreras por banda más productivas.
Con muy pocos grados pero con casi veinte mil almas en las
gradas, la alineación que dibujó Luis confirmó casi todo lo que se
preveía desde hace un buen puñado de días. Su orden de prioridades
está claro -la Liga está por encima de todo- y esa jerarquía deja
Europa en un segundo plano. Martín Ligüera apareció en el equipo
titular y junto al uruguayo lo hicieron cinco futbolistas más con
una cuota de protagonismo casi bajo mínimos: Toni González, Nené,
Marcos Martín, Federico Lussenhoff y Arnold Bruggink. Es
posiblemente el Copenhague el equipo menos danés del torneo de su
país. Intenta elaborar el juego desde atrás, con cierto buen gusto,
pero la competitividad de algunos de sus jugadores no deja de estar
bajo sospecha, al menos para asumir retos de un cierto tamaño. Casi
todo gira entorno a Sibusiso Zuma, a quien busca con desespero. Era
un asunto que el Mallorca tuvo claro desde el primer minuto. Niño
se aplicó a fondo en este tema y el sudafric ano pasó prácticamente
desapercibido durante el primer acto. Bien posicionado sobre el
campo, casi todos los problemas que se encontró el equipo balear
fueron provocados por el ímpetu de su rival. No obstante, el mayor
de ellos llegó a consecuencia del único error que cometió Niño a lo
largo de todo el partido. Albrechtsen, que minutos antes había
introducido el balón en su propia portería, ganó el salto al
central y batió a Franco con un buen testarazo.
El Copenhague recibió con energía el regreso del equilibrio y
ganó metros, pero acabó encontrando siempre al portero argentino
Leo Franco. El partido había quedado atrapado por la indefinición,
fundamentalmente porque nadie gobernaba con claridad y el Mallorca
ofrecía algunos síntomas de debilidad. Es algo que Luis corrigió
con rapidez con la entrada de Nagore y Perera. Disminuyeron los
fogonazos locales y en una acción aparentemente esteril, Nagore
rubricó la sentencia del Copenhague.
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