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Juan Carlos Ferrero se quedó solo en el Abierto de Australia, después de que Albert Costa cayó eliminado por el marroquí Hicham Arazi y Rafael Nadal ante el australiano Lleyton Hewitt, aunque el de Manacor dejó signos inequívocos de que en un futuro no muy lejano esos partidos no se le escaparán. El joven jugador mallorquín rayó la perfección en buena parte del encuentro y puso el corazón en un puño a los miles de aficionados que apoyaban al ídolo local. El marcador final de 7/6, 7/6 y 6/2 deja claro que Nadal siempre luchó por el encuentro y demostró que los resultados cosechados en un inicio fulgurante de la temporada no son fruto de la casualidad. Pero aquí no acaba su andadura en el Open de Australia, pues aún tiene una bala en la recámara en la competición de dobles.

Ferrero se clasificó por segundo año consecutivo para la cuarta ronda al doblegar a un joven ambicioso también, el sueco Joachim Johansson, 90 del mundo, un auténtico cañonero que apenas le dio ritmo, por 6-1, 7-6 (4), 6-7 (5) y 6-4. Pero Costa, al que de siempre se le ha dado bien Arazi cayó esta vez víctima de sus propios errores (56 en total) y cedió a la tercera bola de partido contra el marroquí por 2-6, 7-6, 6-2 y 6-1. El valenciano se las verá ahora con el rumano Andrei Pavel, que se impuso al checo Jiri Novak por 4-6, 3-6, 7-5, 7-6 (3) y 6-4. A buen seguro, Rafael Nadal recordará el encuentro contra Hewitt en la Rod Laver Arena. Y no solamente por ser la primera vez que disputaba un partido en la pista central de un Grand Slam, sino porque pese a perder, ofreció una gran calidad y sobre todo una entrega digna de un campeón.

El público australiano, que sabe del potencial del zurdo español, calentó el espectáculo cantando antes del inicio el himno nacional, como si supiese que Hewitt iba a precisar ayuda para imponerse al fenómeno de Manacor, el primer jugador con 17 años que llega a la tercera ronda desde Boris Becker, hace quince temporadas. Nadal no les defraudó y como había prometido ofreció lucha, golpes increíbles con su derecha con la que castigó a Hewitt, y mucha garra, sin bajar la guardia en los dos primeros sets, de 57 y 62, minutos respectivamente, en los que solo su falta de experiencia en partidos de este nivel, le hizo perderlos. Hewitt se vio obligado a dar el máximo y se emocionó como acostumbra, incitando al público y a los «Fanáticos» con sus gestos para que el partido fuera todavía más intenso. El australiano sólo dominó con claridad el tercer set, cuando logró romper dos veces el servicio de Nadal, y se impuso en 30 minutos.