Tranquilidad o sufrimiento. Son Moix escenifica un drama entre los
polos opuestos de la Liga. El descenso y la Champions League se
cruzan esta tarde en un capítulo decisivo que puede marcar el
destino. El Mallorca se juega la vida. El Deportivo, la posibilidad
de seguir aspirando al subcampeonato. Es la sensible diferencia con
la que ambos equipos afrontan un partido de carácter definitivo en
esta recta final que no admite segundas oportunidades. Sobre todo
en el caso de los mallorquinistas, que no ganan en Son Moix desde
hace más de tres meses -el pasado 7 de diciembre- y que nota en su
espalda el calor que desprende el infierno. (Son Moix, 17.00
horas).
Hace una vuelta, media Liga, las huestes de Luis firmaron un
triunfo inesperado en Riazor (0-2) que prendió la mecha de una
espectacular escalada. Hoy, sin embargo, nada invita a repetir la
hazaña. Prioritariamente por los resultados en Palma. Y es que Son
Moix acumula más de tres meses de sequía. No ha despedido a su
equipo con aplausos en los seis últimos encuentros, una racha que
ha igualado la peor marca mallorquina en el estadio y que puede
ingresar en el libro de los récords negativos si hoy se repite la
historia.
El Mallorca afronta el duelo como una final. La primera de las
once que le restan de aquí a final de campeonato. La victoria
supondría dar un paso en la lucha por la salvación. El empate o la
derrota tendrán efectos mucho más tangibles, porque supondría
quedarse a merced del destino, bajo la amenaza real del descenso,
con el Valencia en el horizonte.
El conjunto isleño llega a la cita con una pesada carga en sus
alforjas. Sólo ha ganado uno de los doce últimos partidos, seis de
los últimos 32 puntos posibles, y todavía no ha ganado en Palma en
2004. Sus rivales, en cambio, remontan. Tal es el atasco mallorquín
que si hoy pierde ante el Deportivo, puede caer a posiciones de
descenso si gana el Espanyol al Racing o el Celta derrota al
Valencia.
La derrota del pasado jueves en Newcastle hurgó en la herida
mallorquina. El grupo de Luis tiró por la borda su destino
continental en diecisiete minutos desastrosos. En ese intervalo, el
conjunto inglés, que no mostró nada del otro mundo, desnudó todas
las carencias defensivas de un equipo que encaja goles con una
facilidad pasmosa. De ganar 0-1 se pasó a una derrota 4-1
propiciada por los fallos individuales, principalmente del portero
y de los centrales, una hemorragia que Luis Aragonés no puede
contener.
El Deportivo, por su parte, llega con el depósito de moral
cargado tras eliminar a la Juventus en la Champions League y
dispuesto a dejar al Mallorca unos metros más cerca del precipicio.
La historia revela que el equipo gallego se ha ido casi siempre de
vacío de Son Moix, un estadio donde jamás ha logrado la victoria,
pero los datos del pasado no amortiguan la desazón mallorquina. La
pasada temporada cayó 3-0, la anterior 4-1 y hace tres años 2-1. Su
único botín en Son Moix data de la campaña 1999-00, cuando empató
2-2. Doce meses antes logró su última victoria en Palma, en ese
caso en el Lluís Sitjar (1-2).
La carga de partidos deja al grupo de Irureta sin varias de sus
piezas básicas. Así, se quedaron en Coruña Albert Luque, Naybet,
Fran y Romero, así como el sancionado Mauro Silva. El técnico vasco
cubrirá las ausencias con Pedro Munitis, César y Duscher, mientras
que la única duda estriba en ataque. Los ex mallorquinistas Diego
Tristán y Walter Pandiani, que sembraron Son Moix de goles, se
disputan una plaza en ataque.
Uno de los focos del encuentro apuntará al banquillo. Allí no
aparecerá Luis Aragonés, sino Damià Amer. El delegado ocupará la
plaza del técnico madrileño, expulsado el pasado domingo en el Nou
Camp, y que presenciará el partido desde la grada, lo más cerca
posible al banquillo. En la anterior etapa de Luis Aragonés en la
isla, en la temporada 2000-01, Amer ya suplió a Luis en un partido
ante el Barcelona de Lorenzo Serra Ferrer que finalizó...2-0. ¿Será
un buen presagio? A las siete menos cuarto lo sabremos.
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