Si el fútbol se jugara sin porterías, el Mallorca estaría hoy
preparando las maletas para embarcarse en su siguiente estación
continental. Luis dejó los octavos de la UEFA en manos de los
suplentes y éstos sacaron a relucir todos los defectos de los
titulares. El grupo balear firmó un primer tiempo aceptable, con
ocasiones y momentos de buen fútbol, pero se derrumbó tras el
descanso y acabó paseando su tristeza. El Newcastle se arropó en la
pegada de Shearer y la velocidad de Bellamy para apartar al equipo
balear de la aventura europea. Habrá que esperar hasta el domingo
en Murcia para comprobar los daños colaterales de esta debacle.
Pero es evidente que la cita de La Condomina llega con las paredes
del vestuario agrietadas, el grupo en plena cuesta abajo y el
depósito anímico en reserva (0-3).
El Mallorca amaneció con los peores síntomas del último
ejercicio liguero. Acaudillados por Iván Ramis, el más próximo a la
titularidad del once que ayer dibujó Luis Aragonés, el grupo balear
se encontró en situaciones alarmantes en los diez primeros minutos.
Miki Garro se sacudió del frío con dos acciones de mérito. En la
primera respondió a una falta lejana firmada por Robert y, poco
después, evitó la sentencia definitiva de la eliminatoria tras una
gran acción individual de Jenas. Los 3.000 británicos que pintaron
de blanquinegro el Fondo Norte, ante la desnudez del resto de la
grada, enloquecían. Tras la blandura inicial, el Mallorca se
apoderó del balón y del juego ante un Newcastle que se echó a
dormir hasta el descanso. Pero este equipo no tiene dientes. Ni los
titulares. Ni los suplentes. A pesar de la incansable pelea de
Jesús Perera, el toque de Nené, de los tiros de Bruggink y de la
brújula de Nagore, este grupo es tremendamente inofensivo. El
equipo de Luis combinó toques de seda en el tramo final del primer
tiempo, pero a la hora del último pase, del tiro definitivo, la
persiana se cerraba a las puertas del área.
El Mallorca pisó el área inglesa con una facilidad pasmosa y las
ocasiones se sucedieron. Ahora un disparo colocado de Bruggink que
taponó Given; después un chut lejano de Nené que acabó en las
manoplas del portero y, para bajar el telón de un primer acto
entretenido, una doble ocasión de Nené y de Toni González, que se
retiró mareado minutos después, que murió en la parte trasera de la
red en el prólogo del descanso. Cuarenta segundos después de los
vestuarios, Alan Shearer confirmó su pegada con el gol que ponía el
punto y final al trayecto europeo del Mallorca. El ariete inglés
recogió un rechace y sacó a pasear su diestra con un disparo desde
treinta metros que acabó con cualquier atisbo de milagro. Bellamy
alegró los minutos de la basura con un gol y la elaboración del
tercero, obra de nuevo de Alan Shearer, mientras los delanteros
indígenas seguían peleados con el balón. Nené, Campano y Perera
bombardearon la publicidad estática con los 3.000 ingleses cantando
en la grada y los mallorquines en casa.
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