Su mensaje está cargado de esperanza y convencimiento. Su figura
sostiene la ilusión de todo un sentimiento, de una región que el
domingo vivirá al borde del infarto. Protagonista estelar de casi
medio siglo de Liga, Luis Aragonés Suárez (Madrid, 1938) se maneja
con la habilidad de un funambulista. El entrenador del Mallorca
tapona las vías de agua con un discurso plagado de optimismo. Hace
tres años, la isla vibraba con aquel bloque de Luis que peleó por
el subcampeonato hasta la última jornada. Ahora, cualquier
aficionado firmaría la permanencia. «Son dos caras opuestas, pero
sé vivir en ambas», apunta el técnico. A apenas 72 horas para un
partido terminal, Luis Aragonés resta dramatismo al presente,
blinda a su vestuario del entorno y confía en la afición para
iniciar el viaje a la salvación.
-¿Cómo se encuentra el vestuario en las vísperas de un
encuentro terminal como el del domingo?
-Bien, dentro de la preocupación que todo el mundo tiene cuando nos
enfrentamos a ocho finales. Ganar el domingo sería importantísimo,
sería recibir ese ánimo, ese aliento que te lleve a creer todavía
más en ti. Estamos bien, pero con la preocupación lógica de que no
estamos en el mejor momento.
-En el ambiente se respira el nerviosismo propio de las
grandes ocasiones. ¿También la plantilla nota esa
responsabilidad?
-Hombre, siempre hay ese cosquilleo que conlleva la necesidad de
ganar en nuestra casa, con la ayuda de nuestro público. Y a medida
que se va acercando el partido, pues más. Pero eso es natural en el
fútbol y en cualquier profesión.
-El máximo accionista del club, Bartomeu Cursach,
aseguró ayer en una entrevista a este periódico que los jugadores
darían parte de su ficha por lograr la permanencia
-Sí, así es. El descenso de categoría para un jugador supone perder
más que parte de su ficha y lo que quieren es seguir. Pero yo no
quiero ser tan alarmista.
-Algunos jugadores han subrayado que ya no es el momento
de excusas, sino de hablar en el campo.
-Pero es que aquí no ha puesto nadie excusas en ningún momento.
Nosotros hemos tratado de hablar en el campo, pero en el fútbol
tienes contrario y hay gente que quiere lo mismo que tú. La verdad
es que siempre piensas que vas a estar más arriba.
-¿El partido del domingo es uno de los más
trascendentales de su carrera?
-No, yo he estado en citas importantísimas, unas veces para ser
campeón o para no bajar porque también he estado en estas
situaciones, en otras para subir de Segunda a Primera y sé cómo se
ataca este tipo de situaciones. Nosotros dependemos de nosotros,
única y exclusivamente. Tenemos dos puntos más del que viene detrás
nuestra y cuatro más que el anterior. Y jugamos en nuestra casa con
el que llevamos dos puntos y cuatro con el que jugamos fuera.
Debemos ir partido a partido. Quedan muchos puntos en juego como
para dramatizar. Sumando 12 o 14 puntos, nos salvamos.
-¿Qué rival le preocupa más: Espanyol o
Celta?
-El primero que me preocupa es la Real Sociedad y después el
siguiente rival. Espanyol y Celta son los que menos me preocupan
ahora mismo porque están en la penúltima y en la última jornada. Y
pienso que podemos llegar salvados a esas dos últimas jornadas.
-¿Qué papel puede desempeñar la afición el
domingo?
-Para equipos que están en una situación complicada su afición le
viene extraordinariamente bien. Así se demostró el día del
Deportivo, cuando el jugador no tuvo la ansiedad de Murcia. Lo
podemos dar todo, pero si en un córner nos despistamos, no hay nada
que hacer. No tiene nada que ver dar todo si después perdemos la
concentración en una jugada. En estos momentos nos conviene ganar y
no llenar al equipo de ansiedad.
-Cursach ha asegurado que usted tiene un contrato para
firmar la renovación cuando quiera
-Cuando ganamos cinco partidos hablamos ya este tema, que no había
problema de ningún tipo siempre que yo hiciese los deberes, que es
el patrimonio del club, quedarse en Primera...
-¿Seguiría en el Mallorca en el hipotético caso de que
descendiera?
-También es posible, eso hay que hablarlo, pero yo no tengo ningún
inconveniente en seguir. Lo que no quiero es atar a nadie porque no
soy un entrenador al uso que piensa en firmar y ya está. No hay
problema con nadie, ni con la directiva, ni con los aficionados, ni
con la prensa, pero yo no quiero hipotecar a una entidad. No quiero
pensar ni mucho menos en la Segunda División, pero ¿por qué no voy
a entrenar al Mallorca en Segunda si lo dejé en Champions y me fui
para dirigir en Segunda? Lo haría, pero lo que me estoy jugando es
importantísimo. Yo tengo un prestigio importante y lo que deseo es
seguir en Primera porque mi prestigio bajaría. Ahora lo que
queremos es salir. Hubiésemos querido salir antes e incluso yo
pensaba que íbamos a estar mejor, pero a veces las cosas se
complican de tal manera que uno se ve abocado a saber vivir y saber
trabajar en esta situación
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