11/04/04 0:00
Fernando Fernández
Echando un vistazo a las gradas del Coliseo Balear, Agustí Pujol y sus hombres deben reflexionar profundamente. La Copa Davis debe acostumbrarse a escenarios fuera de lo ortodoxo. Y también a aficiones que hacen de esta competición algo diferente, que rompe moldes dentro de un deporte en el que la tradición cuenta con este evento y Wimbledon como últimos reductos. Porque el público de Palma -y otros muchos rincones del país- ha estado a la altura de las circunstancias. Se han ganado el 10. Por muchas razones. Nada más aterrizar en la plaza de toros, la lluvia inundó de dudas al respetable. Pero pese a las amenazantes nubes y el frío, resistió y homenajeó como se merece a un Carlos Moyà emocionado como en pocas ocasiones.
Echando un vistazo a las gradas del Coliseo Balear, Agustí Pujol y sus hombres deben reflexionar profundamente. La Copa Davis debe acostumbrarse a escenarios fuera de lo ortodoxo. Y también a aficiones que hacen de esta competición algo diferente, que rompe moldes dentro de un deporte en el que la tradición cuenta con este evento y Wimbledon como últimos reductos. Porque el público de Palma -y otros muchos rincones del país- ha estado a la altura de las circunstancias. Se han ganado el 10. Por muchas razones. Nada más aterrizar en la plaza de toros, la lluvia inundó de dudas al respetable. Pero pese a las amenazantes nubes y el frío, resistió y homenajeó como se merece a un Carlos Moyà emocionado como en pocas ocasiones.
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