César Mota atiende al centrocampista Guillermo Pereyra en una imagen captada durante un entrenamiento en Son Bibiloni. Foto: MONSERRAT

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Carlos Montesdeoca

El Mallorca se enfrenta hoy a oro desafío descomunal en su intento por esquivar la tragedia. El equipo mallorquín visita al Valladolid con la necesidad de vencer para aliviar una situación agobiante. Con las plazas de descenso pisándole los talones, el grupo de Luis corre hacia la salvación, pero el camino está lleno de obstáculos y las caídas son frecuentes. Hoy, en un partido en el que su enemigo puede dar un paso de gigante en sus aspiraciones de salvación, el Mallorca debe salir airoso si quiere ganarle unos metros a la agonía. El triunfo le permitiría vislumbrar en el horizonte la salida del laberinto. La derrota le deja con la soga anudada al cuello. Así de sencillo, así de cruel. (17.30, Nuevo José Zorrilla).

El Mallorca de la última jornada volvió a mostrar ese tono ramplón que ha marcado su segunda vuelta. El equipo que volteó al Betis se ha transformado de nuevo en un grupo obtuso al que le cuesta moverse sobre el campo con la clarividencia necesaria para imponer su estilo. Siempre está a merced de la voluntad del rival y eso le ha costado más de un disgusto. De hecho, el Mallorca no ha logrado ganar todavía un partido si es el enemigo el que marca primero. Para colmo, es incapaz de encadenar dos victorias consecutivas desde hace exactamente una vuelta, y la mejoría experimentada en el Manuel Ruiz de Lopera no tuvo un refrendo tangible hace ocho días ante el Villarreal. La derrota, además, llegó en una jornada nefasta para los intereses mallorquinistas.

Luis Aragonés es un entrenador de discursos osados y está claro que el Mallorca debe salir a ganar en Zorrilla. Apostar por el empate atrincherando hombres en la retaguardia no parece el mejor camino para poner rumbo a la salvación. La cobardía no suele tener recompensa y el Mallorca puede pagar un tributo muy alto si el técnico madrileño se decanta por la prudencia.