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Xisco Cruz (Madrid)
Metido de lleno en plena lucha por la supervivencia, el Mallorca se ha encontrado con un problema de enorme tamaño: el positivo por dopaje de Fernando Correa. Eso lo ha alterado todo, porque una cita ante el Madrid ya tiene de por sí un gran contenido. En los últimos días se ha hablado de «drogas sociales», de análisis, de contraanálisis y de sanciones, pero poco de Ronaldo, Beckham o el punto que hace falta para sellar la permanencia. En esas, y aunque los focos apuntan a Correa, el Mallorca se encuentra en Madrid, la capital de la salvación (Santiago Bernabéu, 22.00 horas, Autonómicas).

No ha sido una semana sencilla. Desde que el equipo de Luis Aragonés tumbara al Málaga el pasado domingo, todo han sido referencias al futuro. Que si la compra de Edu Moya, que si el coqueteo con Larsson, que si la renovación de Marcos. Luego, el positivo de Correa. Esa situación ha dejado el partido ante el actual campeón en un segundo plano, algo que preocupa en la planta noble de Son Moix. Muchos piensan que si el Mallorca no suma ante el Madrid se va a meter en un lío, porque se jugará los cuartos ante Celta y Espanyol, dos rivales directos en la lucha por la salvación.

El Mallorca se ha convertido en el azote de Florentino Pérez desde que el empresario alcanzara la presidencia del club blanco. Ha ganado dos veces en Chamartín y el año pasado lo hizo de una forma espectacular. Por eso en Madrid todos recelan del grupo balear, que no ha perdido en el Bernabéu en sus tres últimas visitas. Ganó 1-5 el curso anterior, empató en la temporada 01/02 con Tomeu Llompart en el banquillo y venció en la campaña 00/01 con goles de Ibagaza y Carlos Domínguez. Un lujo. Además, el equipo de Queiroz llega al partido convulsionado por sus últimas derrotas y porque está muy cerca de consumar un estrepitoso fracaso, porque no va rascar ningún título si el Valencia no cede en el esprint final.