Ingresó en el club a los 6 años; hasta hace un lustro era uno de
los socios de más antigüedad de la entidad; ha sido testigo directo
de la mejor etapa de la historia; es el portero nativo que en más
ocasiones ha defendido la portería del Mallorca en Primera División
(21) y el único que ha tenido el privilegio de disputar competición
europea. Así se escribe la historia de Miguel Garro Gomila, Miki
(Palma, 1975), un trayecto de cuatro temporadas que ayer cubrió su
última etapa. Miki recibió la peor de las noticias. El club, a
través de su representante, Tente Sánchez, le comunicó oficialmente
la decisión de no renovar su contrato, que expira el próximo 30 de
junio. Miki acogió la noticia con resignación, profesionalidad y
una pizca de tristeza. La eterna presencia de Leo Franco y el
ascenso de Moyà le han cerrado las puertas de un club que conoce
como su propia casa.
Miki nació el 20 de septiembre de 1975 en el seno de una familia
mallorquinista al cien por cien. Aquella temporada su padre, Miguel
Garro, que en la actualidad preside la Federació de Penyes
Mallorquinistes, sufría por el futuro de un Mallorqueta que
entonces deambulaba por Tercera con las arcas repletas de telarañas
y deudas. Mientras el club resurgía de sus cenizas, en las
catacumbas del Miquel Nadal, Miki, socio desde los dos años,
comenzaba a despuntar como uno de los porteros con más proyección
de la entidad.
En la temporada 1994-95, una gripe de Tomeu Pascual le abrió las
puertas del primer equipo cuando era el portero juvenil. Fue en un
partido ante el Atlético Marbella y desde el banquillo contempló
una tarde más a su gran ídolo, Toni Prats. Después llegaron dos
ascensos consecutivos con el Mallorca B, de Tercera a Segunda A,
aunque en éste último apenas participó por la solidez que mostró
César Gálvez y su cesión al Binéfar. En tierras aragonesas, donde
compartió vestuario con eTato Abadía, recuperó la confianza y se
mostró como uno de los guardametas más regulares de la Segunda
B.
Su buena campaña le permitió regresar a la isla con el depósito
de confianza repleto. En diciembre de 1999, la sanción deMono
Burgos y la gripe de César Gálvez le abrieron las puertas de su
primera convocatoria de Primera División. Fue ante el Sevilla en
Son Moix y Miki, que tenía 24 años, fue suplente de Leo Franco.
Su consagración en el vestuario profesional llegó en el tramo
final de la temporada 2000-01. Debutó ante el Villarreal, en un
partido marcado por el fallecimiento del propietario Antonio
Asensio dos días antes. Titular en los cinco últimos partidos de
Liga, saldados con cinco victorias, su actuación fue determinante
para que el Mallorca rubricara la mejor temporada de su
historia.
En la siguiente temporada, Miki se convirtió en el primer
portero mallorquín en disputar competición europea. Debutó en la
Champions en un partido ante el Panathinaikos.
La pasada campaña colaboró en la consecución de la Copa del Rey,
el título más importante en la historia de la entidad. En el curso
recién finalizado, superó a Gost, convirtiéndose en el portero
mallorquín con más partidos en Primera con 21, una cifra que se
amplía hasta los 35 en competición oficial.
Ahora, aquel niño que nació con el carnet de socio, se marcha
con la satisfacción del deber cumplido. El Albacete podría ser el
próximo destino de un portero al que siempre se le miró con lupa
por culpa de su apellido y al que quizás se le eche de menos en un
futuro por su solvencia y su profesionalidad.
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