Scolari está de moda. En cuatro años ha conseguido el Mundial
con Brasil en Japón y ahora está a un paso de coronarse campeón de
Europa con Portugal.
El entrenador comenzó una nueva fase en su carrera en noviembre
de 2002, cuando la Federación Portuguesa le contrató. Scolari
asumió el reto de preparar al combinado portugués para su Eurocopa.
Para llevarlo a escribir la página más brillante de su
historia.
Scolari había llegado a la selección brasileña con una bagaje de
107 partidos en clubes y el compromiso de recuperar la confianza en
un equipo que no tenía clara por entonces su clasificación para la
fase final del Mundial.
Como entrenador de clubes, había ganado la Copa Libertadores con
el Gremio en 1995 y con el Palmeiras en 1999. Pese a clasificarse
con angustia para el Mundial 2002, Scolari sorprendió al mundo al
llevar a la amarilla a la conquista del campeonato invicta. En
Yokohama, Brasil venció a Alemania 2-0 y se alzó con quinto
campeonato.
Scolari también fue uno de los artífices de la recuperación para
el fútbol de Ronaldo, que llegaba al Mundial con el prestigio caído
por las lesiones sufridas en el Inter.
Scolari devolvió la cotización al delantero. Le dio minutos y
Ronaldo respondió. Marcó ocho tantos en el torneo, incluidos los
dos de la final ante Alemania, y se proclamó máximo anotador. Su
buenas actuaciones le llevaron al Real Madrid después del
Mundial.
Nacido el 9 de octubre de 1948 en Passo Fundo, Scolari sabía que
no le iban a faltar ofertas cuando se fue de la selección de
Brasil.
El técnico es definido en la vida familiar como un hombre de
fuerte carácter, aunque muy sensible. Admirador del ex dictador
chileno Augusto Pinochet y defensor de la fidelidad conyugal,
Scolari posee un variado repertorio de trucos que darían para
escribir un manual para entrenadores.
Para entender su filosofía del fútbol habría que retroceder 25
siglos y volver a lo tiempos de la China clásica para encontrar un
manuscrito de trece capítulos bautizado como «el arte de la
guerra».
El autor, Sun Tzu, es descrito como un general victorioso que
vivió en el siglo V antes de Cristo y cuyos principios se basaban
en dos axiomas: El arte de la guerra se basa en el engaño y el
supremo arte de la guerra radica en someter al enemigo sin luchar.
El legado de Sun Tzu traducido al portugués reposa en la cabecera
de la cama del técnico.
Scolari es un hombre convencido de sus decisiones, con una
autoridad inflexible y un disciplina espartana. Cualidades que no
le impiden ser amigo de sus jugadores y defenderlos hasta la
saciedad.
Scolari ha pretendido restar protagonismo a su figura después de
cada triunfo, pero no lo ha logrado.
Comenzó discutido el técnico. Los malos resultados en los
partidos de preparación, así como etropezón inicial ante Grecia, le
pusieron en el disparadero. Scolari mantuvo la calma y el tiempo le
ha dado la razón. Ha llevado al país a la euforia colectiva y ha
conseguido armar un equipo respetado y admirado en el mundo. Más no
se puede pedir.
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