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Nemesio Rodríguez|ATENAS
Atenas, cuya historia se fundó en grandes batallas contra enemigos internos y externos, vuelve a levantar hoy murallas de protección contra una amenaza bien distinta a la del pasado: el terrorismo. El riesgo es tal que para prevenirlo Atenas ha tenido que montar la mayor operación de seguridad de la historia de los Juegos Olímpicos. El plan se acerca a su prueba de fuego con el reforzamiento de las medidas de prevención en las sedes de las competiciones y lugares estratégicos del país.

La intensificación de las medidas precede al día «D», hoy martes, en el que se completará el dispositivo de seguridad denominado «Polidefkis», listo para reaccionar a 200 supuestos casos de emergencia, desde atentados terroristas a desastres naturales. Las señales de este nuevo paso las tuvieron ayer los periodistas al llegar al Centro de Prensa principal en Atenas: comprobación previa de los pases antes de entrar en un pasillo vallado que da acceso a los detectores y a los arcos de seguridad similares a los existentes en los aeropuertos.

A cinco días de la apertura de los Juegos en el Estadio Olímpico, construido en 1982 para los Europeos de Atletismo, con capacidad para 81.500 espectadores sentados, se hace más evidente que la seguridad llevará de cabeza a los organizadores. Los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos dispararon los gastos de seguridad en los Juegos. Los de invierno en Salt Lake City (febrero 2002), con 600 millones de dólares, duplicaron los de Sydney y Atenas los quintuplica, con 1.500 millones.