Un agente de policía griego vigila a través de una verja el recinto de una de las subsedes olímpicas.

TW
0

Fernando Fernández (Atenas)
A poco más de cuarenta y ocho horas para que la llama prenda en el pebetero del Estadio Olímpico, Atenas ya respira ambiente de Juegos. Los más olímpicos de las últimas décadas, pues el acontecimiento regresa con relativo retraso a sus orígenes y lo hace para reivindicar la capacidad organizativa de un país y una ciudad que se han conjurado para silenciar todas aquellas bocas que auguraban un desastre semanas antes de la puesta de largo del más notable acontecimiento que Grecia ha albergado en las últimas décadas. Por ello, no quieren fallar. Saben que todo el mundo va a estar pendiente de lo que acaezca entre los días 13 y 29.

La sombra del terrorismo no impide que las calles, avenidas, autovías y edificios de la capital griega no luzcan con orgullo el emblema de los Juegos de la XVIIIª Olimpiada, una cita de especial relevancia para el deporte español y balear, que ha pulverizado todos sus registros -quince deportistas y una larga serie de técnicos- y se erige en protagonista del evento. El optimismo es el eje sobre el que se vertebra la labor del ATHOC, que ha visto como en las últimas horas, la avalancha de visitantes ha invertido el sino de la venta de entradas. Los 3.638 asientos del velódromo estarán ocupados entre los días 20 y 26. Pero el resto de instalaciones, caso de los estadios de fútbol, la sede de hípica o la de béisbol, también contemplan como la venta de entradas se ha disparado, y con ello el síndrome y la pasión olímpicas.

Pero esta expresión de unión de culturas que suponen los Juegos tiene su mejor reflejo y alcanza un grado singular en el encuentro interreligioso que tiene lugar en Amaroussion. La muestra más evidente que de hay buena voluntad y no la intención es que Atenas 2004 no sea recordada por el hipotético baño de sangre que algunos preveían. La jornada de ayer supuso el primer test de entidad para los organizadores. El considerado como "Día D" resultó ser plácido. La puesta en marcha al cien por cien del Plan Polidefkis encendió la luz de alarma en todas las sedes y en el aeropuerto, punto de llegada de numerosas y variadas expediciones y delegaciones que dan forma a los Juegos.