«El viento arrasó con todo. Ascendimos hasta los 5.200 metros,
teníamos la cumbre a apenas unas horas, pero en esos momentos, con
el viento soplando a más de 160 kilómetros por hora y a -40ºC,
sobrevivir se había convertido en lo más importante. Cambié la cima
por la vida...». Una tempestad brutal de viento y nieve se cruzó en
el sueño del alpinista José María Àlvarez Rodríguez de la Flor
Jopela de coronar el Mount McKinley (Alaska) de 6.192 metros.
Jopela, que reside en Mallorca desde hace más de treinta años,
retornó ayer la bandera que el Consell le hizo entrega el pasado
mes de mayo para que fuera izada en la montaña más alta de
Norteamérica, un objetivo que queda aplazado pero no enterrado.
Durante el acto de entrega, que fue presidido por Josep Lliteres,
director insular de Relacions Institucionals del Consell de
Mallorca, Jopela expresó su intención de asaltar de nuevo la cumbre
del McKinley el próximo año tras el frustrado intento del
presente.
«Tendremos en custodia la bandera hasta que vuelvas al
McKinley», sentenció Josep Lliteres antes de que Jopela explicara
su inolvidable experiencia en Alaska, donde «un día templado de
travesía puede transformarse en un día para sobrevivir, como nos
ocurrió a nosotros». El McKinley forma parte de las Siete Cumbres.
«Aquí se enfrenta uno con el mayor desnivel de la tierra, más de
4.000 metros. En el Everest, por ejemplo, sólo salvaremos un
desnivel desde el campo base de 3.300 metros. El campo base siempre
lo tenemos mucho más lejos y por eso es una montaña que parece
fácil, pero que no lo es. Tuvimos vientos con velocidades que
superaron los 160 kilómetros por hora que arrasaron todos los
campamentos», indicó.
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