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Natalia Arriaga|ATENAS
Gervasio Deferr obtuvo ayer el peor puesto posible para los que aspiran el podio, el cuarto, en la final de suelo de los Juegos de Atenas, tras fallar en la segunda diagonal de su ejercicio. El canadiense Kyle Shewfelt ganó la medalla de oro, con 9,787 puntos, y con la misma nota obtuvo la plata el rumano Marian Dragulescu. Los complicados criterios de desempate que aplica la Federación Internacional, con sucesivos descartes de las notas de los distintos jueces, establecieron la diferencia. El bronce fue para el búlgaro Jordan Jovtchev (9,775), que había obtenido el mismo metal en Sidney.

Deferr se quedó en 9,712. El seleccionador español, Alvaro Montesinos, dio enseguida con la explicación técnica de lo ocurrido en la segunda diagonal: «En la conexión de la doble pirueta con el mortal en plancha adelante, éste lo ha hecho muy bajo y el siguiente mortal y cuarto no lo ha abierto con amplitud. Se ha visto forzado». Pero Gervasio no estaba para explicaciones. Se marchó del gimnasio enfadado, sin atender a los medios de comunicación, quizá pensando en la final de hoy, la de salto, en la que defenderá el título ganado hace cuatro años en Sidney.

La antipática cuarta plaza refleja de la mejor manera posible lo desafortunado que ha sido para Deferr el ciclo olímpico que ahora se cierra, con contadas alegrías y excesivos sinsabores, entre ellos una operación en cada hombro y una suspensión por dopaje. Después de proclamarse en Sidney campeón olímpico de salto, y con Jesús Carballo entre algodones por culpa de las lesiones, Deferr debía ser el eje. Pero se pasó 2001 prácticamente en blanco por una dolencia en ambos hombros de la que, finalmente, tuvo que operarse. Cuando, casi un año después, volvió a la competición de primer nivel lo hizo ganando una medalla de plata en suelo en los Mundiales de Hungría.