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La cota de 1.437 metros era el desafío que más de trescientos ciclistas se fijaron dese la nueve de la mañana. La tercera edición de la Marxa Trencagarrons volvía a apuntar hacia la cúspide de nuestra Isla. La cima del Puig Major aún se atisbaba desde la lejanía de Inca, pero todos tenían en ella depositadas sus ilusiones. Felipe Jerez, regidor de deportes del Ajuntament d'Inca, era el encargado de dar esus a los valientes que desafiaban de nuevo al coloso de roca. Ya no había posibilidad de dar marcha atrás y los exigentes 108 kilómetros que aguardaban se presentaban ante las dos ruedas.

El primer tramo condujo al numeroso grupo desde la capital de es Raiguer hasta Pollença. La ascensión a Lluc a través del Tomir ponía a prueba las piernas de los corredores y servía para fragmentar en pequeñas porciones al grupo. No había nervios, pero las ganas de volver a coronar el Puig Major eran patentes en todos los rostros. Una nutrida representación femenina y algunos de los mejores amateurs de la Isla, caso de Martí Cerdà (Fútbol Club Barcelona) o Pere Palou (Comunidad Valenciana-Kelme), dieron lustre a la amplia expedición.

El avituallamiento en Sa Font Coberta de Lluc ayudó a más de uno a recuperar fuerzas en vistas al tramo más determinante de la prueba. La senda hacia el cruce de Sa Calobra bien merecía un trago de agua y poder estirar las piernas durante unos veinte minutos. Llegaba la hora de la verdad, pero aún restaban la últimas rampas pasado el Gorg Blau. Con un ligero dolor de piernas, las herméticas verjas de la base se abrían de par de par y el singular ambiente que invadía esa pequeña zona de la Serra hacía más especial la subida más dura.