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Rafael Nadal fue el abanderado del equipo español que levantó por primera vez la Ensaladera (Palau Sant Jordi, 2000) y es el actor principal del equipo que está a un solo paso de ganar por segunda vez la Copa Davis. El tenista manacorí salvó a España en la eliminatoria de primera ronda disputada en la República Checa y sumó el punto decisivo en las semifinales ante Francia. Es su primer año como jugador de Copa Davis, pero se ha destapado como el valor más seguro para el G-3. La Copa Davis es una competición muy diferente a las que están acostumbrados a jugar los tenistas habitualmente. En un deporte individualista por naturaleza, compiten en equipo, representado a su país. Las victorias adquieren una gran relevancia, aunque los triunfos se venden muy caros. Hay que ser de una masa especial, es necesario ser un jugador de raza para que los nervios no te atenacen en una pista con más de 20.000 ojos pendientes de tí, aunque precisamente la raza es una de las características principales de Rafael Nadal. Su ambición, su espíritu de lucha y el nivel de su tenis le han hecho protagonista en Alicante, y amenazan con convertirse en un «problema» para los capitanes.

Si hay algo cierto en estos momentos es que la Copa Davis de 2004 es la Copa Davis de Rafael Nadal. Aceptó el año pasado comenzar a jugar los torneos de dobles para poder entrar en el equipo español, pero con sólo 18 años (fue el jugador nacional más joven en entrar en el equipo de Copa Davis) ha provocado que se abra un debate sobre si debería ocupar un puesto en los individuales y relegar a la suplencia a su amigo y número uno, Carlos Moyà, o al número dos, Juan Carlos Ferrero. En Alicante, Rafael Nadal ha ganado muchas cosas. La principal fue su contundente victoria ante Arnaud Clement, número uno del equipo francés, que supuso el pasaporte para la final de diciembre. Aunque sumó muchos otros puntos. Por un lado, demostró que tiene el nivel y el caracter para sacar adelante un partido con tanta presión como acarrea unas semifinales de Copa Davis. Y por otro, se ganó a los aficionados y al público con su garra y su caracter espontaneo, con un discurso sincero y humilde.

Es indudable que Rafael Nadal tiene unas condiciones innatas para golpear a una pelota con la raqueta (con el pie también, pero éste ya es otro capítulo), pero lo que también es innegable es que su entorno (sus padres y su tío Toni, principalmente) ha jugado un papel decisivo en formarle como persona. Hay un detalle, tras ganar el punto decisivo ante Francia, que le define perfectamente. Festejó su victoria abrazándose con su familia e inmediatamente se acercó al banquillo francés para dar la mano a sus rivales. Un gesto deportivo que define su manera de ser. Como Rafael Nadal ya ha acostumbrado a los medios a sus gestas, ya es difícil que pueda sorprender, aunque la aparición de Toni Nadal en la carpa de prensa hizo todavía más grande la figura de su sobrino. Explicó el trato que siempre ha tenido con sus raquetas. Nunca la ha tirado al suelo en un mal gesto muy típico de los mejores jugadores cuando se les pone cuesta arriba un partido. Tampoco ha «tirado» ningún encuentro. Perder en tenis es algo habitual -ocurre prácticamente todas las semanas-, pero aunque no tenga su mejor día nunca deja de luchar. La entrega y la ambición son dos cualidades a las que nunca da la espalda.

Amador Pons