Germán Gabriel y César Sanmartín fueron los más destacados en la
victoria bilbaína, la primera en su historia en la ACB. El DKV
comenzó el partido mucho mejor que el rival, con más concentración
e intensidad defensiva y mucha fluidez en ataque. En el minuto 3,
la Penya ganaba ya por ocho puntos (12-4).
El Bilbao no defendía bien y el equipo verdinegro aumentó la
ventaja hasta una máxima de diez (28-18) con la que acabó el
periodo.
Los primeros minutos del segundo cuarto siguieron esta tónica. El
DKV consiguió hasta una renta máxima de 15 puntos, pero en ese
momento los jugadores locales debieron pensar que ya habían roto el
partido y quisieron jugar bonito, lo que motivó que empezaran a
cometer un fallo tras otro, permitiendo al Lagun Aro acercarse en
el marcador, que reflejó un 42-33 en el descanso.
Una canasta más adicional de José Manuel Calderón a cuatro
segundos del final, justo cuando el duelo entre el Tau Vitoria y el
Pamesa se encaminaba a la prórroga, permitió al conjunto vitoriano
sellar un agónico triunfo (103-100).
Esa acción puntual del base extremeño, un fuera de serie en
estos albores de la temporada debido a su nivel físico, desniveló
un partido jugado de poder a poder donde la actividad defensiva
brilló por su ausencia.
A estas alturas de la temporada, ningún equipo tiene ajustados
sus mecanismos defensivos. Así que el duelo derivó en un pulso
anotador en el que Sergi Vidal, Macijauskas y Calderón, por los
locales, e Igor Rakocevic y Jackson, por los visitantes, llevaron
el peso ofensivo.
El equipo valenciano, más metido en el duelo en los compases
iniciales (0-6, m. 2 y 7-14, m. 6) no se descompuso en ningún
momento, pese a que la ventajas de los alaveses rondaron la decena
de puntos en algunas fases.
Bajo la sabia batuta de Calderón, de largo el base más en forma
en la Liga ACB, el Tau se encomendó a la velocidad en sus
transiciones ultrasónicas para doblegar a un cuadro valenciano que
se diluyó con el paso de los minutos al carecer de rotaciones de un
nivel digno. Pero la rendición del Pamesa era cuestión de tiempo.
Aunque los minutos transcurrían con parsimonia y el equilibrio en
el marcador era un hecho (67-64, m. 26), flotaba la sensación de
que el cuadro de Ivanovic asestaría un golpe definitivo a su
debilitado rival en cualquier momento. La puntilla, en efecto,
llegó al inicio del último cuarto. Cinco puntos consecutivos de un
espectacular Calderón fueron el detonante del despegue definitivo
local (84-72, m. 34), al que también contribuyó un Sergi Vidal cada
vez más descarado ante el aro rival.
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