Imagen captada en la sala de juego femenina, donde compiten 90 países. Foto: TERESA AYUGA

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Más de un millar de jugadores y cientos de árbitros. Todas las razas, religiones y culturas. España contra Túnez, Rusia contra Andorra, Croacia ante Irak... La apertura de la Olimpiada fue un espectáculo bello y grandioso, un ejemplo de concordia en tiempos de confrontación y tensión supina. El ajedrez fue el pretexto. Calvià respondió con precisión al Día I, que trajó consigo el esperado triunfo del equipo español: 3.5-0.5. Alexei Shirov, con negras, no pudo vencer al gran maestro tunecino Slim Belkhodja que tiene un ELO (2478) muy inferior al del español (2726). Roberto Cifuentes, Alfonso Romero y Julen Arizmendi derrotaron, con ciertas dificultades, a sus contrarios.

El menorquín Paco Vallejo, víctima de un virus estomacal, fue el gran ausente en esta primera ronda. El número dos español pasó toda la jornada de ayer encerrado en la habitación del hotel por prescripción facultativa, aunque está previsto que esta tarde se estrene ante Argentina. España «B» no tuvo problemas para superar con claridad a Mónaco (4-0) gracias a las victorias de Manuel Pérez Candelario, Herminio Herraiz, Carlos Ibarra y Víctor Alcazar.

España «C», un conjunto formado en su práctica totalidad por jugadores de les Illes y que fue inscrito a última hora, perdió con el potente equipo alemán por 0.5-3.5. Pedro Mascaró hizo tablas con Rustem Dautov, segundo tablero del cuadro germano. No hubo sorpresas, aunque la poderosa Rusia se dejó arrancar unas tablas en el tercer tablero. Alexander Khalifman, ex campeón del mundo, empató con el andorrano Marc Simonet. El equipo del Principado, que ocupa el 63 en el ránking mundial, opuso una gran resistencia. Grischuk, Dreev y Zvajaginsev ganaron sus partidas, marcadas todas ellas por su larga duración y la resistencia andorrana. Alexander Morozevich y Peter Svidler, los dos primeros tableros de Rusia, no disputaron esta primera ronda.