Pereyra no superó la prueba que realizó antes del partido y
Floro se decidió por el músculo. Metió a Nadal en el círculo
central junto a Farinós en un intento por cerrar las vías de fuga
que el equipo tiene en la zona de creación. Eso dio con un
mediocampo casi nuevo -Campano actuaba en la orilla derecha- pero
con exceso de tráfico. Con todo, la circulación del balón del
Mallorca fue aseada en el inicio, hasta que la Real advirtió que
con presionar a Farinós iba a tener suficiente. Nadal y Ballesteros
se vieron obligados entonces a crear, y en su intento por lanzar
pelotas en busca de Luis García lo desordenaron todo.
A la Real le bastaba con un pelotazo de López Rekarte a Nihat
para generar peligro, y empezó a pisar territorio isleño. Marcó a
la primera que pudo, porque además de andar corto de fortuna, al
Mallorca también le han abandonado otros factores, como el
arbitral. Kovacevic se adentró en el área, Müller trató de cerrarle
el paso lanzándose al suelo y el colegiado señaló penalti pese a
que el suizo había tocado balón. Karpin lo ejecutó (minuto 11).
Lejos de atormentarse, el grupo de Floro se lanzó a por el empate,
y a renglón seguido pudo lograrlo; fue tras un servicio de Poli que
Campano estrelló en el palo después de conectar una volea mordida
(minuto 13).
La pelota acabó en los guantes de Riesgo y el Mallorca, a partir
de entonces, empezó a languidecer. Rossato y Karpin se convirtieron
en dos puñales por las bandas y la Real ya era una amenaza
tangible. Kovacevic y Nihat pudieron atizarle al equipo de Floro,
que bajó los brazos hasta el descanso. No había noticias de Jorge
López, ni de Francisco Javier Farinós, y mucho menos de Luis
García, que andaba entre los centrales en busca de algún balón
perdido. Sólo la falta de pegada del conjunto de Amorrortu evitó
que el primer acto se cerrara con un marcador mucho más
hiriente.
Pero el escenario cambió tras el descanso, porque a poco del
arranque el Mallorca dio con la fórmula. Fue tras un acelerón de
Cortés por la derecha que trató de frenar Rossato. El extremeño
porfió por el cuero y sacó un centro al área que Arango convirtió
en oro tras un brillante escorzo que se elevó por encima de López
Rekarte (minuto 52). Eso fue un acicate para el Mallorca, que
empezó a creer en el triunfo. La grada empezó a irritarse con la
racanería de la Real y el equipo de Floro dio un paso al frente,
amparado en un aceptable juego de bandas. Durante algunos minutos
todo tuvo muy buena pinta para los baleares, pero luego todo fue
cayendo en intensidad.
La Real Sociedad estaba aterrorizada y el Mallorca empezaba a
quedarse sin fuerzas, y el partido quedaba pendiente de un hilo, de
un error. En esas, Cortés se atrevió con otra zancada por la
derecha y volvió a conectar con Arango, que sacudió un zurdazo que
se estrelló en el palo tras ser desviado por Riesgo (minuto 78).
Definitivamente, la suerte se había olvidado del Mallorca.
Kovacevic pudo marcar poco después en un remate acrobático, y el
miedo a perder se iba apoderando de unos y otros, de dos equipos
cargados de prisas y que tienen el zurrón lleno de piedras. Hasta
que irrumpió De Paula, un tipo casi olvidado en la Real, y con un
tiro impecable lo zanjó todo (minuto 86). El Mallorca se lamía sus
heridas y la Real se frotaba los ojos.
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