La eliminatoria acariciaba los penaltis, y tal vez por eso el
que ejecutó Francisco Javier Farinós fue suficiente. Con un
Mallorca contra las cuerdas, en inferioridad y un Rayo Vallecano
con la mochila cargada de ilusión, el equipo de Llompart fue capaz
de sobreponerse y ganar en la prórroga. Fue gracias a la astucia de
Luis García, que se enredó con un central en el área y propició una
pena máxima que le ha devuelto la sonrisa al mallorquinismo. El
juego apenas ha cambiado, pero sí la dinámica (0-1).
Este tipo de eliminatorias han convertido la Copa en una
batalla, en un partido que hay que ganar metro a metro, palmo a
palmo. Cada balón dividido tiene un valor incalculable y cada
ocasión de gol es media clasificación. Tal vez por eso a Llompart
no le vino mal tanta baja por lesión, porque así pudo sembrar el
campo de jóvenes jugadores hambrientos de éxito. Que si Carmona por
la orilla derecha, que si Campos y Ramis en la zaga, que si Perera
arriba junto a Luis García. Fue tanto el ardor que a la media hora
Tuni, Carmona y Campos ya habían visto la cartulina. Había decidido
también el técnico de Inca cambiar el dibujo, una de las cosas que
condenaron a Floro, y todo junto dio con una cita algo trabada de
inicio. Nadie asumía el gobierno, había mucho juego de guerrilla y
ninguno se atrevía a dar el paso. Llompart iba cambiando de flanco
a Carmona y Campano, pero el Mallorca no encontraba acomodo en las
bandas y no generó ninguna ocasión durante los treinta primeros
minutos, en los que el Rayo Vallecano se limitó a hacer circular el
balón entre su pareja de centrales a la espera que de apareciera
Iriney, su hombre de más talento.
Farinós no aparecía y Jesús Perera y Luis García perdían cada
acción ante Amaya y Lima, sobre todo en el juego aéreo. El fútbol
del Mallorca iba perdiendo peso a medida que el primer acto se iba
consumiendo y el grupo de Carlos Orué se crecía con cada embestida,
con cada zancada de alguno de los dos jugadores de banda. Con todo,
la mejor opción de marcar la tuvo curiosamente el equipo isleño.
Fue tras una arrancada de Carmona por la derecha. El canterano
trazó una diagonal y sirvió al desmarque de Perera, que estrelló su
tiro sesgado en los guantes de Dani Roiz (minuto 43). El Mallorca
anunciaba que andaba por el partido, como advirtiendo algo para el
segundo tiempo, porque el primero había sido muy rácano,
excesivamente físico. Daba la impresión de que el Mallorca estaba
manipulado por su miedo a perder y que al Rayo no le llegaba con su
juego, pese a lo incansable de su hinchada. Y es que Vallecas sigue
siendo lo mismo, porque los aficionados rayistas se han apropiado
de ese espíritu que logró rehabilitar al Atlético cuando bajó a
Segunda. Siguen acudiendo los mismos que cuando el equipo andaba
metido en UEFA, incluso cuando era líder de aquella manida Liga de
las Estrellas. No pierde la grada el aliento, incluso con el equipo
un par de pisos más abajo.
El segundo tiempo arrancó de la peor forma posible, porque en
apenas cuatro minutos el Mallorca ya se había quedado con diez.
Geni agarró una entrega en profundidad, se marchó solo hacia la
portería de Westerveld y Ramis tuvo que sujetarle cuando el
asturiano se disponía a encarar al portero bermellón. Una tragedia,
porque evidentemente el Rayo empezó a creer en el triunfo. Campos
pasó a ejercer como central y Campano como lateral en un intento
por cerrar las posibles vías de escape.
El Mallorca sufrió en un principio, pero se arremangó y pudo
mantener la igualada hasta el tramo final sin que Westerveld
tuviera que padecer en exceso. El partido y la eliminatoria
alcanzaban la prórroga. Allí, Luis García y Luciano pudieron
solventar para el Mallorca y Geni para el Rayo, pero llegó el
penalti a Luis García y entonces el conjunto balear pudo sonreír
con el gol de Farinós. El Mallorca pasa ronda.
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