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Héctor Raúl Cúper se asomó al balcón de la Liga española en el verano de 1997. Después de haber barajado los nombres de Antonio Maceda y Josu Ortuondo, Bartolomé Beltrán apostó por un técnico joven, desconocido, con un método basado en el orden y la disciplina, que había transformado un modesto club de barrio de Buenos Aires, el Atlético Lanús, en campeón de la Copa Conmebol, el equivalente sudamericano a la Copa de la UEFA. Presentado en el Melià de Mar como eCapello argentino, el técnico argentino, que entonces contaba con 41 años, trazó la senda del éxito a base de la filosofía que aprendió de su maestro, Carlos Timoteo Griguol, que le hizo triunfar en Lanús: trabajo, disciplina y seriedad. Apareció por primera en España en la temporada 1997-98 y empezó a forjar su leyenda. Su orden cautivó a todos. El Mallorca mejoró todos sus resultados anteriores y perdió la segunda final de Copa por penalties. En la campaña siguiente, a pesar de la limpieza que sufrió el vestuario, el equipo completó la mejor temporada de toda su historia. Campeones de la Supercopa, subcampeones de la Recopa y terceros en la Liga. Un podio perfecto.

Cúper, cuyo fichaje había sembrado muchas dudas, enseguida empezó a demostrar que su contratación había sido una acierto. El equipo acabó imbatido la pretemporada, con la conquista del Ciutat de Palma incluido, y arrancó la Liga de forma arrolladora, ganando al Valencia (2-1), empatando en Riazor (1-1), goleando al Sporting (6-2) y humillando al Tenerife en su propio estadio (1-4). Sin embargo, durante la temporada no todo fueron rosas. Una serie de derrotas consecutivas en la recta final de la primera vuelta hicieron tambalear a Cúper. Entonces, Beltrán salió a escena, dio un golpe de timón en Madrid y el equipo ganó en el Vicente Calderón. De ahí hasta el final de la Liga, el Mallorca fue superando objetivos poco a poco y pronto fue evidente que la permanencia era un hecho. La palabra UEFA dejó de ser tabú, incluso antes de acabar la primera vuelta, y en las últimas jornadas cobró cuerpo la posibilidad de disputar la Liga de Campeones. Al final el equipo acabó quinto, tras perder en la última jornada en casa ante la Real Sociedad.

El subcampeonato de la Copa del Rey fue el broche de oro. En este torneo fue donde roció de épica su campaña. La lotería de los penaltis privó al Mallorca de inaugurar su palmarés en la segunda fina de Copa de su historia. Con sólo ocho jugadores de campo y Stankovic cojeando, el Mallorca aguantó el asedio del Barça en una prórroga épica, pero la mala fortuna le visitó en los penaltis. Pese a su derrota, el Mallorca fue proclamado como el campeón moral y su hazaña recorrió el mundo. La Cuperativa de Cúper, como se conocía a aquel equipo, batió todos los récords de la historia de la entidad y dejó muy alto el listón. Unos meses después de aquel inolvidable 29 de abril de 1998 en Mestalla, el Mallorca pudo sonreír. El grupo de Cúper inscribió por primera vez su nombre en el palmarés de una competición con la conquista de la Supercopa de España. Le ganó los dos partidos al Barça de Van Gaal y celebró su primer título oficial con una histórica vuelta olímpica en el Camp Nou. Era el 22 de agosto de 1998.