En apenas cuatro meses, el Mallorca ha vivido dos crisis. Con unos
números que invitan al desánimo y una sensación de descomposición,
el grupo isleño se encuentra en la penúltima posición, es el equipo
más goleado junto al Numancia, el que peores números tiene en su
estadio y el único que ha tenido a tres técnicos: Floro, Llompart y
Cúper. A pesar de que la llegada del argentino parecía que iba a
aliviar el tránsito del Mallorca por la Liga -se empató en Sevilla,
ante el Atlético y se ganó en Zaragoza-, lo cierto es que el equipo
vuelve a caminar sobre un alambre. Ha perdido los tres últimos
partidos y ha encajado doce goles en cinco encuentros.
La SAD balear ha vivido desde septiembre con el barro hasta las
rodillas. Desde que perdiera ante el Madrid en Son Moix, todo ha
ido mal. Hasta el miércoles, cuando perdió ante el Athletic y
confirmó que vive una segunda crisis. La primera se inició con la
derrota ante el Málaga, actual rival en la lucha por evitar el
descenso. Venía el Mallorca de atizarle al Getafe en su primer
desplazamiento del curso, pero el equipo de Manzano le paró los
pies. Probablemente, ahí empezó todo.
Tres técnicos. El encontronazo ante el Málaga no fue el único
del inicio del campeonato, porque el Mallorca de Floro también
perdió ante el Barça y el Levante de forma estrepitosa. Eso, unido
a un par de empates ante Villarreal y Albacete, empezó a irritar a
la hinchada. El técnico asturiano insistía en jugar con un
delantero y un sistema de juego que generaba muchas dudas, por lo
que empezó a peligrar su futuro. La derrota en Anoeta ante la Real
Sociedad originó el despido de Floro, que se marchaba habiendo
logrado apenas cinco puntos. Tomeu Llompart asumió entonces el
relevo, clasificando al equipo para la segunda ronda de la Copa y
perdiendo al domingo siguiente ante el Racing de Santander en
Palma. Todo seguía igual. Los gestores del club aseguraron que el
proyecto iba a estar en manos
del técnico de Inca hasta final de temporada, pero apareció el
nombre de Cúper. Llegó el entrenador de Chabas (el tercero en tres
meses) y todo empezó a mejorar. De momento, el equipo logró detener
al Sevilla, arañar un punto ante el Atlético de Madrid y ganar su
segundo partido lejos de Ciutat, ante el Zaragoza en La Romareda.
Pese a perder en Valencia, el equipo iba en progresión y logró
remontar ante el Numancia, pero luego todo se ensució.
El peor local. Y es que el Mallorca, pese a romper una
estadística desastrosa en casa ante el Numancia, sigue siendo el
peor equipo de la Liga en su campo. Ha logrado un triunfo y dos
empates, algo que le ha reportado apenas cinco puntos. El
Deportivo, el segundo peor en su terreno de juego, tiene cinco más
que los baleares. También es uno de los equipos que más goles ha
encajado (14) y uno de los que menos ha logrado (9). Esos números
han condicionado la afluencia de espectadores en Son Moix, que
sigue cayendo en picado. Según un estudio que publicaba esta semana
el semnario Don Balón, el recinto mallorquinista es el cuarto peor
de Primera en cuanto a porcentaje de asistencia de aficionados,
sólo por detrás del Lluís Companys, El Sardinero y La Rosaleda. El
público ha abandonado el campo indignado en numerosas ocasiones,
porque el Mallorca sigue sin conectar.
Más goleado. La derrota en Bilbao ha dejado al equipo de Cúper
como el más goleado de la Primera División junto al Numancia. Los
baleares han encajado 28 goles en 17 partidos, 14 lejos de su
estadio y otros 14 en Son Moix. Pese a que el Mallorca tuvo un buen
comportamiento defensivo con la llegada de Héctor Cúper al
banquillo -recibió dos goles en tres partidos-, sus posteriores
citas descubren un enorme déficit atrás. Los rojillos encajaron dos
tantos en Valencia, otros dos ante Numancia, Espanyol y Osasuna y
cuatro ante el Athletic Club de Bilbao, algo que ha dejado en
cueros la filosofía del técnico argentino, siempre basada en el
orden y en los conceptos defensivos. El de Chabas ha ido probando
con distintas parejas de centrales, pero casi nunca ha podido
realizar variantes en los laterales. Cortés y Poli no tienen
sustituto y eso ha condicionado el progreso del equipo, que vive su
peor momento. El Mallorca también ha convivido con dos porteros,
Moyà y Westerveld.
Primeras partes. Otro de los problemas con los que se ha
encontrado el equipo es el de los primeros tiempos. Ante el
Valencia el equipo de Cúper encajó un gol en la primera mitad,
igual que ante el Numancia, pero en los últimos encuentros todo eso
se ha acentuado. El Espanyol le marcó dos goles al Mallorca en el
primer acto (Oscar García y Pochettino), algo idéntico a lo que
hizo Osasuna gracias a las dos dianas que logró Valdo el pasado
domingo en Son Moix. Todo eso se agravó en Bilbao, donde en apenas
cuatro minutos recibió los tantos de Yeste y de Ezquerro. El
Athletic de Ernesto Valverde barrió al Mallorca en el primer tiempo
al igual que han hecho sus últimos rivales, y luego todo estaba muy
empinado.
Falta un líder. Si en algo coincide el mallorquinismo es en que
falta un líder en el campo. La marcha de tipos como Ibagaza, Leo
Franco o Etoo ha dejado al Mallorca huérfano de un jugador que sea
capaz de asumir protagonismo en momentos difíciles, de una voz
autorizada en el vestuario y de un hombre que enamore y enganche
con la grada. Los gestores del club se han gastado mucho dinero en
busca de ese perfil de jugador, pero ninguno ha conseguido ser la
prolongación de Cúper en el césped. Farinós, Jorge López, Müller o
Ballesteros no han conseguido conectar con el hincha bermellón, que
sólo ha encontrado en los jóvenes como Moyà, Campos o Tuni un
motivo para estar satisfecho. Esos problemas para encontrar un
futbolista de peso se acentúan cuando el equipo pierde, como el
pasado miércoles ante el Athletic. Tal vez la llegada de Okubo
tenga ese objetivo, encontrar un icono que atrape a la grada.
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