Pocos podían dudar de las posibilidades de Óscar Freire, pero el
hecho de que el actual poseedor del maillot arco iris se erigiera
en el rey del esprint en la Challenge más montañosa de la historia
sirve para abrir una nueva senda. El corredor de Torrelavega lanzó
la orden a sus compañeros, que se encargaron de neutralizar la fuga
buena de la jornada con la rapidez y perfección que define al
Rabobank. La otra cara, la de la derrota, o más bien la de la
decepción, la representaba Isaac Gálvez. El llegador del Illes
Balears volvía a quedarse a las puertas del podio y convertía a
Óscar Freire en su particular «bestia negra» en la Challenge.
Sólo Joan Horrach, quien hoy sí tomará la salida, faltó a la cita
en la delegación mallorquina. En ella brilló con luz propia Miguel
Àngel Cerrillo, el joven talento del Centre de Tecnificació que no
tuvo fortuna en su estreno dentro de una carrera profesional de
ruta. Una caída sin consecuencias para el corredor puso fin a su
breve aventura, pero Cerrillo no baja los brazos y volverá a salir
antes de que la Challenge toque a su fin.
El Port d'Alcúdia recibió la primera etapa de calibre, en la que
la velocidad imprimida por el pelotón -media de 44,241 kilómetros
por hora- marcó el tramo final de la jornada. Los aventureros
quisieron gozar de su diaria dosis de protagonismo, y entre los
primeros estuvo Miquel Alzamora. El pelotón absorbió las primeras
tentativas, pero pronto, en el kilómetro 43, llegó la entente ideal
para darle más intensidad a la jornada. Ocho corredores se
propusieron dar trabajo a los equipos implicados en una más que
probable llegada masiva en la que una recta de 600 propiciaba que
los más rápidos tuvieran tiempo para pensar si querían optar a la
victoria.
Rubén Plaza y David Bernabéu (Comunidad Valenciana), José
Antonio López (Kaiku), Josep Jufré (Relax-Fuenlabrada), Mathew
Hayman y Kasten Kroon (Rabobank), Íñigo Cuesta (Saunier Duval) y el
mallorquín Toni Tauler (Illes Balears) tiraron de los relevos para
emprender una fuga que se prolongó por espacio de 119 kilómetros en
los que hubo fases que hicieron pensar que el de Relax podía llegar
a ser el líder provisional de la Challenge.
Mientras, Alberto Benítez (Spiuk) se aseguraba su presencia en
el podio como líder de los esprints especiales. A la par, los
fugados iban haciendo más grande la brecha. El margen con el que
contaban era de 6:50 en la costa de sa Grava, cerca de Montuïri,
pero alcanzó los ocho minutos. Incluso se permitían gozar de cinco
kilómetros de ventaja entre ellos y un gran grupo en el que se
dejaban ver Joan Llaneras y los integrantes del Illes Balears,
nuevamente obsesionados con poner fin a la fuga para intentar que
Gálvez se sacara la espina clavada en el Passeig Marítim.
Tauler se propuso pasar por el municipio de Santa Margalida al
frente de la carrera y así lo hizo. Sus familiares fueron testigos
desde la cuneta de la proeza de Toni, que se resistió a que su
historia tuviera final. La alianza entre el T-Mobile y el Rabobank
marcó un punto de inflexión en la jornada. Llevar en volandas a
Erik Zabel y Óscar Freire fue la excusa para pisar el acelerador e
ir restando tiempo en el crono sobre la diferencia de los ocho
escapados, que cuando acariciaban el Port d'Alcúdia vieron cómo se
venían abajo todas sus ilusiones de poder pugnar en solitario por
la victoria de etapa.
Toni Tauler depositó sus ilusiones en un último intento por
alcanzar en solitario la meta del Port d'Alcúdia, pero ya era
demasiado tarde. El pelotón había imprimido un ritmo infernal a la
carrera y era inevitable que la victoria fuera cosa de un reducido
grupo, aunque todos tenían su quiniela y la nómina de candidatos
era reducida.
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