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Carlos Montes de Oca
En quince días, las puertas del infierno se han abierto de par en par. La hecatombe demiércoles negro ha situado al Mallorca más lejos que nunca de la tierra prometida, a 7 puntos, con tan solo doce capitulos del curso por escribir. Al término de la vigésimo tercera jornada, hace apenas veinte días, el optimismo se había incrustado en el vestuario. La victoria ante el Albacete supuso una bocanada de aire fresco en medio de tanta contaminación. Situado en la antepenúltima posición, con 21 puntos, el grupo de Cúper empataba a puntos con el Racing de Santander y se situaba a sólo dos del conjunto manchego, que en ese capítulo marcaba la salvación.

El Málaga, que ahora apunta casi a posiciones europeas, ocupaba un vagón en el furgón de cola del torneo, con sólo cuatro puntos más. Apenas tres jornadas después, el Mallorca se ha quedado en blanco, suma exactamente los mismos puntos (21) después de sufrir tres derrotas consecutivas, es penúltimo, divisa la permanencia a siete puntos del Racing -la mayor distancia de la temporada- y sólo logra distinguir la matrícula del Málaga, a ¡13 puntos!, con la ayuda de prismáticos de última generación.

La derrota del pasado miércoles en Villarreal ha escocido en el seno de una entidad que atraviesa por el peor momento de sus últimos años. Desde aquel ascenso a Primera en el verano de 1997, nunca el Mallorca se había encontrado con tantos obstáculos en su camino. Empujado al fango de la Liga en la sexta jornada, tras caer 2-0 en el Ciudad de Valencia, el grupo isleño ha sido incapaz de asomar la cabeza a la superficie. A la semana siguiente (7ª jornada) el equipo empató en casa ante el Villarreal y, aunque no abandonó las cloacas del campeonato, finalizó la jornada con los mismos puntos que los equipos situados en la zona tranquila. En la octava jornada, tras caer en Anoeta, Benito Floro finalizó su aventura isleña dejando al Mallorca en la penúltima posición a 3 puntos de la permanencia. A la espera de Héctor Cúper, einquer Tomeu Llompart dirigió las huestes insulares en el encuentro disputado en Son Moix ante el Racing de Santander. El cambio de entrenador tampoco alteró la dinámica y el Mallorca dobló la rodilla (1-2) ampliando hasta los cuatro puntos su distancia en relación a la supervivencia. Con esa desventaja, Héctor Cúper asumió el mando. El entrenador argentino saldó su debut con un interesante empate en el Sánchez Pizjuán (1-1) que unido a los resultados de esa jornada, le permitía recortar un punto y situarse a sólo tres de la permanencia.