El Málaga, que ahora apunta casi a posiciones europeas, ocupaba
un vagón en el furgón de cola del torneo, con sólo cuatro puntos
más. Apenas tres jornadas después, el Mallorca se ha quedado en
blanco, suma exactamente los mismos puntos (21) después de sufrir
tres derrotas consecutivas, es penúltimo, divisa la permanencia a
siete puntos del Racing -la mayor distancia de la temporada- y sólo
logra distinguir la matrícula del Málaga, a ¡13 puntos!, con la
ayuda de prismáticos de última generación.
La derrota del pasado miércoles en Villarreal ha escocido en el
seno de una entidad que atraviesa por el peor momento de sus
últimos años. Desde aquel ascenso a Primera en el verano de 1997,
nunca el Mallorca se había encontrado con tantos obstáculos en su
camino. Empujado al fango de la Liga en la sexta jornada, tras caer
2-0 en el Ciudad de Valencia, el grupo isleño ha sido incapaz de
asomar la cabeza a la superficie. A la semana siguiente (7ª
jornada) el equipo empató en casa ante el Villarreal y, aunque no
abandonó las cloacas del campeonato, finalizó la jornada con los
mismos puntos que los equipos situados en la zona tranquila. En la
octava jornada, tras caer en Anoeta, Benito Floro finalizó su
aventura isleña dejando al Mallorca en la penúltima posición a 3
puntos de la permanencia. A la espera de Héctor Cúper, einquer
Tomeu Llompart dirigió las huestes insulares en el encuentro
disputado en Son Moix ante el Racing de Santander. El cambio de
entrenador tampoco alteró la dinámica y el Mallorca dobló la
rodilla (1-2) ampliando hasta los cuatro puntos su distancia en
relación a la supervivencia. Con esa desventaja, Héctor Cúper
asumió el mando. El entrenador argentino saldó su debut con un
interesante empate en el Sánchez Pizjuán (1-1) que unido a los
resultados de esa jornada, le permitía recortar un punto y situarse
a sólo tres de la permanencia.
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