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El fútbol se rebela en ocasiones desde su rostro menos amable y Miquel Àngel Moyà lo comprobó el pasado domingo. Al guardameta de Binissalem le tocó vivir el capítulo más amargo desde su ingreso en la primera plantilla del Mallorca, pero apenas tuvo tiempo de asimilarlo. Encajó el golpe con naturalidad y asumió su cuota de responsabilidad sin la necesidad de apuntar a otro lado. «Después del partido me costó un poco menos olvidarlo, porque lo importante era ganar», destacaba.

Moyà afirma que «un día después todo se ve mucho mejor» y volvió a insistir en el apoyo de sus compañeros, que quisieron arroparle en todo momento. «Estuvieron junto a mi desde el primer instante y no dejaron de apoyarme. Entre el público escuché algunos silbidos en el primer balón que toqué, pero me parece lógico y normal». Moyà se reencontró con su amigo Asier Riesgo, con el que comparte la puerta de la sub'21 y que también quiso estar a su lado. «Me dijo que no me preocupara porque a él también le habían pasado cosas parecidas», afirma.

Actuación personal aparte, el portero destacó también la confianza que puede conllevar la victoria. «Este triunfo tiene que significar algo más que tres puntos para nosotros porque después de lo que nos está tocando vivir esta temporada, igual ahora viene el cambio que tanto esperábamos». Moyà no ha tardado de recordar la importancia del próximo encuentro y de la posibilidad de hilvanar dos triunfos consecutivos: «Tenemos que ir poco a poco, pero si ganamos dos partidos seguidos la tercera victoria será más fácil de lograr», concluye.