Se presumía un encuentro sin demasiados inconvenientes y Rafael
Nadal lo convirtió en poco más que un entrenamiento. Frente a
Gilles Muller, un tenista luxemburgués que entrenó una temporada
bajo las órdenes de Pato Àlvarez, no tuvo el más mínimo
inconveniente. Muller salió a la pista demasiado nervioso,
impresionado por el escenario y por el rival, y cuando quiso darse
cuenta había recorrido una maratón de un lado al otro de la pista
intentando cazar los pelotados del mallorquín. Había pasado un
cuarto de hora y a Rafael Nadal le había dado tiempo a romper tres
veces el saque de su oponente, a ganar otras tres veces su servicio
y a anotarse el primer parcial por un contundente 6-0.
El comienzo del segundo set hacía presagiar un nuevo resultado
de escándalo. Nadal rompía el servicio de Muller en el primer juego
y consiguió salvar dos pelotas de break para colocarse 2-0. En el
noveno juego el luxemburgués sumó su primer juego (2-1) y se ganó
la ovación del público de la central, un público que se está
entregando por completo a Rafael Nadal, la gran sensación del
torneo.
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