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20 de marzo. Minuto 39. Juan Arango cae desplomado después de sufrir un brutal codazo del central sevillista Javi Navarro. Sus convulsiones siembran el pánico en las gradas del Estadi. De inmediato, el interior venezolano es trasladado inconsciente en ambulancia a la Policlínica Miramar, donde entra en estado grave. Hoy, cuarenta días después de aquel sábado teñido de drama, Juan Fernando Arango (Maracay, 1980) volverá a cambiarse en el vestuario local de Son Moix. Seguirá el mismo ritual de aquella cita ante el Sevilla, se enfundará la camiseta roja con el dorsal «11» y saltará al césped. Es la reaparición más deseada.

Tres días después de que la rabia de Javi Navarro le enviara a la Unidad de Cuidados Intensivos, el venezolano abandonó la Policlínica con las secuelas del codazo reflejadas en su rostro. Un dolor de cabeza permanente, los cuarenta puntos de sutura del labio y el quemazón que le produjo en la garganta el tubo de guedel que le introdujo Juan Antonio Martorell para facilitarle la respiración marcaron sus primeros días de recuperación. El venezolano pudo evitar el quirófano porque la reconstrucción tridimensional mediante ordenador del malar fracturado del jugador aconsejó a los médicos descartar la intervención quirúrgica.

Quince días más tarde, Arango comenzó su rehabilitación en el gimnasio para incorporarse al grupo el pasado día 20, un mes después de sufrir ese golpe en el pómulo. El pasado martes estrenó la máscara facial fabricada a medida por una clínica barcelonesa, para evitar golpes en la zona dañada, en su incorporación a los entrenamientos con todos sus compañeros. En cualquier caso, el zurdo venezolano podría jugar sin la protección en el rostro, aunque los servicios médicos de la entidad no lo recomiendan.