22/05/05 0:00
Carlos Montes de Oca
Los estómagos de un 737-800 de Air Europa y de un Airbus 321 de Spanair trasladarán a primera hora de esta mañana a medio millar de seguidores del Real Mallorca, una nutrida representación de la hinchada rojilla que viaja rumbo a la esperanza y que teñirán de rojo y negro las gradas del estadio de Riazor. En el último lustro, ningún partido de Liga del Mallorca a domicilio había gozado de tanto respaldo popular. Los seguidores habían respondido siempre a la llamada del club en las finales de Valencia, Birmingham y Elche. Pero en un partido del torneo doméstico, que además puede desembocar a las 20.45 horas con el descenso a Segunda División si se produce la trágica carambola -que el Mallorca no gane y el Levante sí-, jamás desde el retorno a la nobleza en el verano de 1997 se había captado la atención necesaria como para fletar dos vuelos chárters. Incluso cerca de un centenar de aficionados se han quedado en tierra por la imposibilidad de un tercer avión.
Los estómagos de un 737-800 de Air Europa y de un Airbus 321 de Spanair trasladarán a primera hora de esta mañana a medio millar de seguidores del Real Mallorca, una nutrida representación de la hinchada rojilla que viaja rumbo a la esperanza y que teñirán de rojo y negro las gradas del estadio de Riazor. En el último lustro, ningún partido de Liga del Mallorca a domicilio había gozado de tanto respaldo popular. Los seguidores habían respondido siempre a la llamada del club en las finales de Valencia, Birmingham y Elche. Pero en un partido del torneo doméstico, que además puede desembocar a las 20.45 horas con el descenso a Segunda División si se produce la trágica carambola -que el Mallorca no gane y el Levante sí-, jamás desde el retorno a la nobleza en el verano de 1997 se había captado la atención necesaria como para fletar dos vuelos chárters. Incluso cerca de un centenar de aficionados se han quedado en tierra por la imposibilidad de un tercer avión.
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